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Muñoz Molina considera que el escritor debe romper los códigos de la ficción

El autor de 'Sefarad' reúne en 600 páginas un alud de testimonios sobre identidad y exilio

Amelia Castilla

Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956) siente una fuerte empatía hacia las personas que se encuentran fuera de lugar. Mucho más delgado y sin bigote, el escritor reconoce tener una sensación de extrañeza permanente en los sitios donde se encuentra. Su nueva novela, Sefarad (Alfaguara), que se presentó ayer en el Círculo de Bellas Artes, reúne en casi 600 páginas un aluvión de testimonios, muchos reales, con los que construye una historia sobre la identidad y los exilios posibles. Perseguidos de todo tipo pueblan una obra llena de voces, en la que se cruza la biografía del propio autor. 'El escritor debe romper los códigos de la ficción' asegura el autor que anoche presentó su libro en Madrid.

'Nos hemos hecho la vida lejos de nuestra pequeña ciudad, pero no nos acostumbramos a estar ausentes de ella y nos gusta cultivar su nostalgia cuando llevamos ya algún tiempo sin volver, y exagerar a veces nuestro acento, cuando hablamos entre nosotros'. Son palabras de Sacristán, exilado en la gran ciudad a pocos kilómetros de su pueblo, en las primeras líneas de Sefarad.

'Empecé así de una manera intuitiva', aclara el escritor. 'Cuando escribí esas líneas no sabía adónde iba. Me resulta estremecedor lo de esos exilados de lo próximo; siempre me ha sorprendido que en Madrid haya una Casa de Úbeda o que Granada cuente con una de Motril'.

La nostalgia por las tradiciones de Sacristán; la tristeza de Francisco Ayala cuando coincide con un envejecido Alcalá Zamora en un autobús muy lejos de España; el señor Salama, un sefardí que se salvó del campo de concentración gracias a un diplomático español; las experiencias de Primo Levi; los encuentros de Kafka y Milena y el paso de la muchacha por un campo de exterminio son sólo una muestra de las historias de soledad y persecución que caben en la nueva novela de Muñoz Molina.

El novelista reconoce que escribió Sefarad en año y medio, pero que llevaba documentándose para esta obra 'sin saberlo' media vida. Su biblioteca rebosa de libros de memorias, diarios y volúmenes de historia. Hace sólo unos días pidió a una librería inglesa el diario de un judío rumano que resistió en Bucarest toda la guerra. 'Es novelesco también el modo en que han llegado a conocerse muchas de las peripecias de estos hombres', confiesa con timidez. Mijaíl Sabastian, que sobrevivió a los nazis y murió atropellado por un camión, no es un personaje de Sefarad. Muñoz Molina ha añadido una nota de lecturas al final de la novela como 'un homenaje' a los autores que le han inspirado y como una llamada para que los lectores sigan buscando otras vidas destrozadas a lo largo del siglo XX por todo tipo de dictaduras.

Nazismo y estalinismo han inspirado poca literatura en castellano, a juicio del autor de El jinete polaco. 'Tenemos esa idea extraña de que el holocausto tuvo poco que ver con nosotros. Sin embargo, miles de republicanos murieron en los campos de concentración', dice Muñoz Molina. 'Me sorprendió que en el cincuenta aniversario de Mauthausen en 1995 no hubiera ningún representante del Gobierno español, seguramente por eso se izó la bandera republicana'. A esa tendencia al olvido tan española achaca también el autor de Beltenebros la escasa repercusión de libros como Los verdugos voluntarios de Hitler, El libro negro del comunismo o El pianista del gueto de Varsovia, que Muñoz Molina compró en unos grandes almacenes en la sección de música.

Afortunadamente, parece que hay indicios de recuperación y que cada vez se reflexiona más sobre el pasado y el presente. Sefarad se incluye en una larga lista de novelas que funden narrativa, memoria y realidad. 'Hay que ampliar los límites de lo literario. Se ha identificado ficción con literatura, pero la literatura puede ser muchas cosas más. La ficción tiene unos códigos que a veces pueden cansar. De hecho, la invención es bastante convencional'.

Para Muñoz Molina, la literatura tiene que ver con la intensidad de la relación que el escritor sostiene con el mundo exterior. Con la cordialidad que caracteriza a este autor, cuyas novelas suelen ser éxitos de ventas, Muñoz Molina reconoce que le sigue conmoviendo el paso de un yonqui por el barrio madrileño de Chueca, o que la curiosidad le lleva a viajar en autobús cuando puede: 'Para ser escritor hay que no ser escritor durante mucho tiempo'

Trabajar sobre la realidad no fue tarea fácil. Algunas de sus novelas nacieron con un argumento claro y los problemas se iban resolviendo según avanzaba el texto, pero Sefarad 'está plagada de disgresiones. Sabía cómo terminaba un capítulo pero no cómo empezar el siguiente. El problema era seguir el hilo'.

Sefarad, nombre con el que los judíos sefardíes designaban a España, es también una reflexión sobre la izquierda y cómo una persona que defendía esas ideas vivió sumida durante mucho tiempo en 'la mentira que fue el comunismo real'.

El escritor Antonio Muñoz Molina.
El escritor Antonio Muñoz Molina.BERNARDO PÉREZ

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