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Paolo Fabbri sostiene que la semiótica aún puede servir para democratizar la cultura

El semiólogo italiano defiende la necesidad de una alfabetización visual

Paolo Fabbri atribuye la salida de foco de la semiótica a la falta de calidad de muchos de los estudios que alimentó, a la contaminación del discurso semiótico con paradigmas falsos y al escaso dominio de la 'tecnicidad verbal' que exige la disciplina, la cual se explica siempre con conceptos interdefinidos, con oposiciones y categorías alejadas del desarticulado discurso cotidiano.

Este catedrático de Semiótica del Arte de la Universidad de Bolonia, colaborador de Umberto Eco -en El nombre de la rosa Fabbri es retratado como Paolo de Rimini, abax agraphicus-, expuso la situación actual de la disciplina en una charla en el Instituto Italiano de Cultura.

¿En qué consiste esa nueva semiótica que, a juicio de Fabbri, ha recuperado la salud? 'Ha cambiado el objeto de estudio, ya no es el signo, sino el proceso de significación. Más que la cosa nominada, estática, interesa el procedimiento con el que la dotamos de sentido', responde.

El ejemplo que puso para explicarlo fue que no se interpreta del mismo modo la proximidad de un desconocido en el interior de un ascensor que si se sienta en el asiento de al lado en un autobús vacío. 'La nueva semiótica no se fija en el mundo en sí, sino en la significación del espacio en el mundo', reveló Fabbri.

El autor de Táctica de los signos y de El giro semiótico (dos colecciones de artículos y conferencias publicados por Gedisa), asegura que la semiótica aún puede ser útil para democratizar la cultura. Afirma que 'vivimos sumergidos en una cultura de imágenes, pero la analfabetización a la hora de leer esas imágenes es general', y sostiene que 'es más importante la alfabetización visual que las campañas de promoción de la lectura'. Al respecto, concluye Fabbri que la televisión, por sí sola, enseña a la gente cómo entender sus imágenes, 'pero ésa es una lectura implícita, hay que explicitar la gramática de la imagen. La gente ve y entiende, pero no sabe por qué'.

Fabbri también alertó sobre los contrasentidos de la traducción: 'Es el acto creativo por excelencia, sólo se traduce lo intraducible'; criticar la obsesión por la velocidad en la información: 'La comunicación es simultaneidad en el espacio, pero la transmisión de valores requiere tiempo, como leer un libro o aprender un idioma' y, por último, reivindicar la inteligencia: 'La razón no es opuesta a la razón, sino una estrategia para gobernarla'.

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