París quiere el negro para la próxima temporada
Los desfiles más brillantes fueron los de Tom Ford, John Galliano y Nicolas Chesquiere
De las colecciones más brillantes cabe destacar las de Tom Ford para Saint Laurent, John Galliano para Dior y el joven Nicolas Chesquiere, quien está revolucionando la mítica firma Balenciaga.
En su segunda colección para Saint Laurent, Ford investigó en los archivos de la casa desempolvando las legendarias colecciones rusas con vestidos inspirados en el ballet y los uniformes de los zares, además de temas latinos creando un mix romántico y actual.
Después de la sobredosis de negro que ha sacudido las pasarelas, impactó la explosión de alegría, imaginación y positivismo en tonos efervescentes elegidos para la colección de Dior por Galliano, quien dio un mágico-místico tour de nómadas urbanas mezclando culturas y etnias como sólo este genio británico sabe hacer. Reunió raperos en anchísimos petos de algodón pastificado, estampados con graffitis de fluor rosa, verde, cobalto y naranja sobre fondo amarillo acompañados de enormes transistores-radiocasetes en cuero y metal al hombro que, en realidad, son los nuevos bolsos de la casa; hippies del altiplano con chaquetones de piel vuelta y mangas de ganchillo, minifaldas con dibujo azteca y gorras peruanas, además de la serie de jeans teñidos de verde turquesa y chalecos bordados de espejos.
Nicolas Ghesquiere, además de haber transportado Balenciaga al siglo XXI, es el más copiado por sus contemporáneos. Volvió a acertar con una original propuesta fusionando lo sobrio con lo sexy, lo femenino con lo masculino, lo moderno con lo medieval, siempre bajo su prisma a base de tops acorzados en algodón con incrustaciones de pasamanería y mangas largas de punto, minifaldas-corsés adornados con corchetes, lazos, micro-faldas de aire colegial y chaqueta-frac, además de ajustados pantalones, todo en riguroso negro o gris plomo.
La apuesta por el black is black es fulminante desde Yohji Yamamoto con su inspiración sport-gimnasio, con seudochándales con anchas rayas atléticas y zapatillas de deporte, pasando por Cristina Ortiz para Lanvin con sus conjuntos asimétricos de blusas transparentes o chaquetas de una sola manga y pantalones ligeramente abombachados y anudados en tobillos, o Paco Rabanne con sus vestidos-túnicas de rectángulos o círculos de plástico engarzados con aros metálicos y largas botas mosqueteras entre medieval y espacial como de una Juana de Arco galáctica.
Marc Jacobs para Louis Vuitton presentó una niña-mujer de buenos modales con abrigos cortos de talle alto, cuellos pequeños de terciopelo y botones de pom-poms de visón blanco, y Karl Lagerfeld para Chanel propuso minivestidos baby doll en gasa bordados de lentejuelas negras con sopa de letras colores neones.
Pero nunca fue tan impactante el color del misterio como en la colección del dúo holandés de Viktor y Rolf, quienes envolvieron a las modelos de arriba abajo con rostros, cabellos y brazos impregnados de maquillaje negro, además de medias, botas altas y todas las prendas de cortes exquisitos como de alta costura para sastres impecables, mezclando tejidos con grandes contrastes de brillos y mates como la camisa de cuero con chorreras y volantes con falda amplia de lana, la serie de esmóquines con chalecos; hasta la novia se vistió de negro.
Incluso la iconoclasta Rei Kawakubo de Comme des Garcons jugó esta baza entre erótico y duro superponiendo prendas de corsetería en sedas, tonos seductores como morado o rojo sobre trajes de chaqueta a rayas finas oscuras con incrustaciones de tul en espaldas o dobles vestidos lenceros simulando combinaciones con bordes de encaje con abrigo de tweed. El esmoquin en cualquier versión: traje pantalón, sastre, vestido o abrigo es pieza clave de la próxima temporada.
Jean Paul Gautier, en homenaje al estilo destroyer de los ochenta, literalmente cortó sus abrigos trench y americanas en dos piezas formando un puzzle donde una chaqueta de pronto se convierte en bolero por arriba y minifalda abajo superpuestos encima de un vestido de gasa o seda o jersey largo en punto.
La investigación de tejidos originales corre a cargo de Issey Miyake, diseñado por Naoki Takizawa, con sus sedas tridimensionales. El trompe d'oleil, un juego óptico donde se imprime una imagen sobre el tejido para dar la ilusión de que existe algo que no lo es, ha sido uno de los trucos más utilizados por varias firmas como Cacharel, diseñado por el matrimonio Suzanne Clements e Ignacio Ribeiro, quienes imprimieron hasta collares de perlas, cuellos, botones, puños y costuras.
Relevos en las firmas de lujo: el joven galés de 29 años Julien MacDonald ha sido fichado poro Givenchy para suceder a Alexander McQueen, quien ha vendido el 51% de su firma al Grupo Gucci.
Givenchy suspendió el desfile para la prensa de la última colección de prêt-à-porter realizado por MacQueen. Narciso Rodríguez presentó su penúltima colección para Loewe (su contrato termina en octubre) basado en el bicolor del blanco y negro, contrastando materiales como cuero con gasas de seda, como los tops sin mangas y faldas de vuelo. Nathalie Gervais mostró su último trabajo para Nina Ricci (propiedad de la compañía española Puig), que aún no ha decidido quién tomará el relevo.
Las modelos Madeleine y Bimba (Eleonora) Bosé han arrasado tanto en los desfiles de París como en los de Milán. Otras españolas, como Nieves Álvarez, Laura Sánchez y Martina Klein, también han pisado las pasarelas parisinas.
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