Rusia e Irán desafían a EE UU con un acuerdo de cooperación nuclear y militar

Sobre todo después de que el líder del Kremlin reconociese que venderá armas 'defensivas' al régimen de los ayatolás y contribuirá al desarrollo de su industria nuclear.

'Irán', afirmó Putin, 'tiene el derecho a asegurar su seguridad y capacidad defensiva', y Rusia le ayudará a conseguirlo 'sin violar sus obligaciones'. Todo ello en el marco de una 'nueva primavera' en las relaciones bilaterales (como dijo Jatamí), que experimentan 'un nuevo ímpetu' (en palabras de su anfitrión). Las dos partes quieren hacer negocio y frenar la creciente influencia estadounidense, en una región en la que la URSS tuvo enorme peso específico.

Putin decidió a finales del año pasado desligarse del acuerdo verbal suscrito en 1995 con EE UU que comprometía a Rusia a no vender armas a Irán. La amenaza de sanciones no disuadirá a Moscú de sacar ventaja de uno de los pocos campos en los que aún es competitivo: la producción y venta de armas.

Sistemas de defensa

Oficialmente, la cumbre de Putin y Jatamí fue política, y no se firmaron acuerdos de compraventa de armamento, pero uno de sus objetivos esenciales (cumplido) era despejar el camino a próximos contratos de suministros de sistemas de defensa aérea, aviones de combate, piezas de repuesto y modernización de aparatos vendidos anteriormente. En el pasado Rusia llegó a vender a Irán incluso submarinos. Se trata de un negocio de más de 70.000 millones de pesetas anuales.

Para no irritar demasiado a su antiguo enemigo de la guerra fría, Moscú insiste en que no venderá material 'ofensivo' ni nada que facilite la fabricación de armas de destrucción masiva. Por ejemplo, se excluirán del trato un sistema de defensa aérea cuyo radio de acción llega a los 200 kilómetros, y misiles Yajont (300 kilómetros de alcance) y Moskit (150).

En cuanto a la central iraní de Bushehr, el Organismo Internacional de la Energía Atómica supervisa las obras para garantizar que no se convierta en el germen de un programa nuclear militar, pero eso no deja satisfecho a EE UU. Rusia fabrica uno de los reactores y está bien situado para ocuparse también de los otros tres. En juego hay más de 300.000 millones de pesetas.

El segundo gran tema de la cumbre era el petróleo del mar Caspio. Una cumbre de los cinco Estados ribereños (Rusia, Irán, Azerbaiyán, Kazajstán y Turkmenistán), prevista para el 8 y el 9 de marzo, se aplazó hasta abril para permitir que Irán tratase con Putin del problema clave: la delimitación de fronteras, clave para el reparto del tesoro de gas y petróleo que oculta su lecho. Un comunicado conjunto estableció ayer que los dos países 'no reconocerán oficialmente ninguna frontera en el Caspio' hasta que el régimen legal del mar-lago se determine 'con el acuerdo general' de los cinco países afectados.