El sobrinito
Retengo de la prensa el comentario atribuido a líderes socialistas, asombrados de que el PP tienda a hacer la política de los empresarios en el asunto de las reformas laborales. Un derechista hoy día puede ser de izquierdas en capítulos importantes de las conductas, por ejemplo, la sexual, o sentirse fuertemente atraído por las artes y las letras insumisas, pero en cuestiones socioeconómicas objetivables, una persona de derechas, está demostrado, tiende siempre a ser de derechas. Otra cosa son las subjetivables, porque yo he visto a derechistas comprando La Farola o ser muy solidarios con la misión del padre Ferrer o con Médicos sin Fronteras, pero jamás debemos olvidar que la ONG preferida por un derechista consecuente y legal es Empresarios sin Fronteras.
Con la mayoría absoluta, el PP puede enseñar plenamente su virilidad y abandonar aquel necesario, ambiguo afeminamiento de la etapa en que necesitaba votos vascos, canarios y catalanes. Su conducta de entonces, apacible, más lírica que épica, propiciaba la estampa del señor Aznar como el sobrinito pulcro y deseable que la providencia había tenido a bien conceder a Arzalluz y Pujol. Pero ahora que a Aznar le florecen los votos en los dedos de las manos, ya no disimula y lanza un trágala a los sindicatos como lanza un ataque de degüello a Arzalluz y somete a Pujol a un lo tomas o lo dejas acuífero que transmuta a don Jordi en víctima de copla de Quintero, León y Quiroga, con las sienes moraítas de martirio y las ojeras de luto, como solían tenerlas La Lirio, La Campanera y no digamos La Parrala.
Pujol es socioeconómicamente de derechas, se alíe con el PSOE o con el PP, pero cultiva el nacionalpopulismo ante cuestiones como el Plan Hidrológico. No puede condenar a la sequía a su clientela de las tierras del Ebro, y así está el honorable con el agua del río a media pantorrilla, a veces hasta el cuello. Los del PP, como las sirenas de Eliot, le amenazan con quitarle los zancos, negarle el apoyo en el Parlament de Cataluña, despertarlo y dejarlo muerto de río y copla: 'Y la vio muerta en el río, cómo el agua la llevaba, / ¡ay, corazón!, parecía una rosa, / ¡ay, corazón!, una rosa mu blanca...'.
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