Conservar la tradición
La firma de Barbate mantiene el proceso artesanal de sus productos
En dos horas y media, el atún rojo capturado en las almadrabas de Barbate se ve dentro de una lata, metido en aceite e incluso emparentado con guisantes y pimientos rojos, según la pieza de que se trate. Ese tiempo récord de captura, traslado, limpieza, corte, elaboración y envasado es el que garantiza la calidad de los productos del Rey de Oros, SL, una de las firmas conserveras con más solera del país.
Al menos, en la casa presumen de la pureza y la celeridad del proceso. Así ha sido desde que Aniceto Ramírez Rey y su primo Demófilo Vitorique fundaron la empresa en 1931. Entonces, ya envasaban atún de almadraba y también otros productos de menor calidad, como las sardinas prensadas, que han ido desapareciendo poco a poco de la oferta de la marca.
'Nunca hemos alterado el proceso artesanal: todo se hace a mano, con productos frescos'
Desde entonces y hasta ahora, el ritual productivo permanece inalterado y los instrumentos que se utilizan también: cuchillo y tijera. En el Rey de oros no se utilizan productos químicos ni otro tipo de sustancia para separar la piel y la espina del lomo del pescado, que para eso se bastan y sobran la manos peritas de las trabajadoras, que son el 70% de la plantilla de la firma barbateña.
Recién cumplidos los 15 años, entraba a trabajar en la fábrica su propietario actual, Aniceto Ramírez Soler, y lo hacía junto a otros dos hermanos, y también su madre. Hoy, gestiona la empresa con la ayuda de tres hijos. El presidente ejecutivo de la firma ha pasado por todos los departamentos posibles: cierre de latas, carga y descarga de camiones y administración.
'Esa ha sido la mejor escuela', sostiene Ramírez Soler, quien atribuye al exhaustivo cuidado de la calidad el éxito de sus productos. 'Nosotros nunca hemos alterado el proceso puramente artesanal, toda la labor se hace a mano, con exquisito cuidado y exclusivamente con productos frescos. Esos son nuestros mejores aliados y los que nos garantizan el mercado', dice el propiario con satisfacción.
De hecho, hace 14 años había ocho fábricas de conservas en la localidad costera de Barbate y hoy 'sólo queda una y media', afirma Ramírez Soler, quien culpa, parcialmente, a las industrias gallegas, de haberse quedado la cuota de mercado con productos de menor calidad pero, sin embargo, de precio más asequible.
'La caballa empezó a venir a menos, el atún listado también, y hubo una época en la que el atún se popularizó como producto de consumo diario en lo hogares. Las fábricas grandes de Galicia se comieron a las pequeñas, eso es lo que pasó', explica el propietario actual del Ry de Oros.
A comienzos de este nuevo siglo, los problemas son otros: la parada de la flota que faena en Marruecos, 'que se está notando muchísimo', y la competencia de las conservas marroquíes, 'que son de mucha menor calidad, hechas con mano de obra barata y favorecidas por un acuerdo con el gobierno español para que no paguen aranceles', relata el propietario de la industria conservera barbateña. El sector español, se quejó, de hecho, porque las conservas procedentes del país norteafricano no especificaban la procedencia del producto en las etiquetas de sus latas.
La fábrica trabaja siguiendo la temporada del atún. Ahora está parada, a la espera de que la almadraba capture las primeras piezas -los atunes del derecho- en mes de abril. Del atún sacarán exquisitas conservas de morrillo, tarantelo, tronco y ventresca. A partir de mayo, comenzará el envasado de la caballa, la melva canutera y la sardinilla. En enero, volverá a cerrar sus puertas la fábrica a las espera del nuevo ciclo.
Cada temporada, el Rey de Oros produce unas 50.000 latas, el 70% de caballa, que se envasan bajo la denominación genérica de caballas del sur, como hace el resto de conserveros andaluces, explica Miguel Ángel Molina, director comercial de la firma.
El 90% de la producción se distribuye por toda España, a través de grandes superficies comerciales y en tiendas especializadas los productos más sabrosos y caros, como el morrillo. El 10% de las ventas se dirigen a Inglaterra, Italia, Francia y Alemania.
'Esto ha cambiado mucho en 70 años. Antes se vendía la producción casi por encargo: éramos fabricantes, almacenistas y detallistas. Ahora es todo mucho más industrial', resume Aniceto Ramírez Soler con cierta nostalgia.
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