Las 'miradas compartidas' de Valente y Falces se funden en una exposición
Presentación del último proyecto del poeta y del fotógrafo, con 57 obras
Las 'complicidades y miradas compartidas' se unen en la exposición José Ángel Valente. Para siempre: la sombra, formada por 57 fotografías de ciudades (Almería, Venecia, Roma, Madrid, Berlín) y espacios recorridos por el poeta y fotografiados por Manuel Falces. Con anterioridad, se convirtieron en libros dos proyectos en los años noventa: Cabo de Gata. La memoria y la luz (1992) y Las ínsulas extrañas: lugares andaluces de san Juan de la Cruz (1993).
La exposición actual recoge imágenes de los últimos dos o tres años, con un Valente enfermo que no pudo recorrer con el fotógrafo y anotar en sus cuadernos el instante fotográfico. Entre las 57 fotografías expuestas, en una selección y secuencia realizada por Matilde Sánchez, así como el diseño del libro catálogo (publicado por TF editores) y de la muestra, aparecen retratos del poeta y en 31 de ellas palabras o frases escritas por Valente, con alusiones a las sombras y las huellas.
Sombras
En la presentación de ayer, el director general de la Fundación Telefónica, Roberto Velázquez, destacó el 'juego de insinuaciones' entre los dos autores para reflejar una realidad, mientras que Manuel Falces, fotógrafo y crítico de EL PAÍS, director del Centro Andaluz de la Fotografía desde 1992, comentó el proceso de amistad y trabajo. 'A Valente no le gustaba escribir sobre fotografía sino que prefería participar en los mismos lugares, como ocurrió en los dos libros anteriores. Tomaba notas con frecuencia, se dejaba envolver en el mismo acto fotográfico y existía una fluida comunicación, fruto de una gran amistad. Aquí aparece el poeta en tierras de Baeza y Úbeda, en el interior de los conventos de clausura, pero no pudo participar directamente, al coincidir con las dos operaciones de corazón'.
Las imágenes se exponen junto a los poemas Zayin y Bet. La palabra poética de Valente sobre las fotografías se corresponde con la estética formal de Falces, que añade una fotografía 'pura y dura', de pequeñas cámaras, sin experimentos, 'con la sombra que rodea la belleza'.
La magia que sale de una máquina
'Valente veía la fotografía como algo mágico', recordó ayer Manuel Falces. 'Su obra en torno a la memoria es un instrumento para absorber signos, mientras que la fotografía da evidencias y pruebas'. Al poeta que escribía a mano, alejado de los ordenadores, le interesaba la fotografía de gran impacto, el fotoperiodismo, y también la de atmósfera misteriosa, envolvente, de estímulos visuales, según Falces. Durante sus estancias en París y Ginebra, asistía a las exposiciones y compraba con frecuencia libros teóricos. Falces guarda el último regalo: un ensayo sobre melancolía y fotografía en la obra de Atget. 'Era partidario del mestizaje cultural, de los procesos abiertos, de integrar un poema o un fragmento en la fotografía, en un proceso de transformación de la palabra poética en la imagen para formar un medio autónomo'. Valente y Falces tenían en marcha otros dos proyectos de libros, con textos y fotos sobre Lanzarote, con la Fundación César Manrique, y sobre la Costa de la Muerte en Galicia, su tierra natal.
Babelia
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