'La Iglesia católica se basa en un malentendido'
Peter Berling (Meseritz-Oberwalde, Alemania, 1934) es un autor de éxito con una tetralogía, iniciada con Los hijos del Grial, que ha vendido dos millones de ejemplares en todo el mundo. Ahora acaba de publicar La condesa hereje (Plaza Janés), con la que inicia una nueva saga medieval. Las Cruzadas, la búsqueda del Santo Grial y toda la mitología que lo rodea, siguen siendo temas muy atractivos para muchísima gente. 'Lo malo es que hoy se tiene una visión muy esotérica de la búsqueda del Grial y pocos se preocupan de los orígenes del mito', se lamenta el autor. 'Porque es un mito, no es un objeto o un cáliz real, es un símbolo de contenido espiritual de origen precristino, incluso preatlántico, relacionado con culturas olvidadas'.
A Berling le interesan los personajes rebeldes, en particular las mujeres. En La condesa hereje se trata de Laurence de Belgrave, una especie de Juana de Arco hecha carne en una adolescente pelirroja tipo Nicole Kidman. 'En mis libros, la parte femenina suele ser más poderosa que la masculina', dice. 'Laurence de Belgrave es mi ideal, aunque nunca me atrevería a enamorarme de una mujer así. La admiro y la temo'.
Lo que se mantiene es su posición crítica contra la Iglesia católica. 'Creo que la Iglesia católica es una gran represora y es que, desde sus inicios, parte de un enorme malentendido. Cristo nunca quiso una iglesia, y menos una como ésta. Él se alzó en contra de las viejas instituciones de la religión judía. Y lo último que quería era reproducir los esquemas más conservadores de los viejos rabinos, que es lo que ha hecho la Iglesia de Roma. Es todo un malentendido de la historia'.
Berling vive en Roma casi como un infiltrado. No ha permitido que sus obras se traduzcan al italiano para preservar su intimidad. Quizá porque quiere ser, él mismo, como un germen vivo de esa antigua oposición al poder del Vaticano. 'Mi padre era arquitecto y, después de la guerra, le encargaron la restauración de las iglesias góticas. De niño lo acompañaba y subía con él a las torres, encontraba puertas, escaleras y pasajes secretos. Es asombroso cómo las iglesias católicas han albergado en su seno, con tanta frecuencia, símbolos esotéricos. La marca de los rebeldes'.
