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Reportaje:

Italia va por libre

Roma hace tratos con Yugoslavia, Libia, Irán o Corea del Norte, ajena a las consignas de EE UU y de la UE

Italia es uno de los puntales de la OTAN, socio fundador de la Unión Europea (UE) y aliado histórico de EE UU, que siempre ha tenido voz y voto en los asuntos internos del país. Aun así, Roma no renuncia a desafiar a su gran aliado manteniendo contactos con países que están fuera de los esquemas de legalidad institucional que establece Occidente: Libia, Yugoslavia, Irán o Corea del Norte. Sin embargo, el escándalo de la compra de una parte de Telekom Serbia, en junio de 1997, por la entonces estatal Telecom Italia, sobre el que planea una acusación de comisiones ilegales al régimen de Slobodan Milosevic, ha reavivado las críticas internas a una política exterior condicionada por los intereses.

El ministro de Exteriores comparece hoy para explicar las comisiones a Milosevic

El pasado fin de semana el primer ministro, Giuliano Amato, se vio obligado a reducir su viaje a Irán, tras la protesta de más de 300 parlamentarios. Una de las más feroces críticas partió de la ex comisaria europea y líder del Partido Radical, Emma Bonino. A su juicio, 'el escándalo de Telekom Serbia debería servir para que Italia abandonara su política de flirteo con el Irán de los ayatolás y la Libia de Gaddafi'. Bonino reconocía cierta tradición: 'La política exterior de Italia ha carecido siempre de originalidad. Sólo es conocida por su decisión a la hora de abrir el diálogo y hacer negocios con los regímenes más detestados'.

Amato no suspendió el viaje de tres días, se limitó a reducirlo a seis horas. Se comprometió, eso sí, a discutir en Teherán la marcha de las reformas. Italia no debe renunciar al diálogo con países que como Irán 'tienen dentro elementos de peligrosidad para la estabilidad internacional', dijo. Sobre todo, 'cuando podemos ofrecerles una puerta abierta, no de par en par, pero al menos entornada'. Casi una semana antes de la llegada de Amato, aterrizó en Teherán su ministro de Industria, Enrico Letta, y 120 empresarios, ávidos de hacer negocios. Como primera medida, Italia ha abierto una línea de crédito a Irán por valor de 100 millones de dólares para promover las exportaciones de las pequeñas y medianas empresas italianas; la firma Sondel se ha hecho con un contrato para construir una planta de energía eléctrica y el gigante petrolífero ENI acaba de quedarse con más del 38% del campo pretolero de Balal. La explicación de este interés hay que entenderla en la carencia que tiene Italia de fuentes propias de energía.

Entre las firmas que se preparan a desembarcar en Irán pese a la delicada situación actual, en la que los líderes religiosos conservadores parecen haber recuperado poder, está Telecom Italia. A su presidente, Roberto Colaninno, le cogió en Teherán el escándalo de las comisiones ilegales que se pagaron en la adquisición del 29% de Telekom Serbia, por Telecom Italia, destapado por el diario La Repubblica. Pese a que este discutido negocio, firmado en vísperas de la entrada en vigor de las sanciones contra Yugoslavia, se llevó a cabo antes de que Telecom fuera privatizada y de que Colaninno, a través de Olivetti, se hiciera con el control del 52% del ex monopolio, el presidente se ha comprometido a viajar a Belgrado para investigar lo ocurrido. Otro de los protagonistas del escándalo, el ministro de Exteriores, Lamberto Dini, comparecerá mañana ante el Parlamento italiano para explicar lo que sabe de una operación que dejó 900 millones de marcos en las manos del régimen de Slobodan Milosevic, cuando la oposición le tenía acosado. 'Me propongo explicar cómo se llevó a cabo una operación estrictamente financiera', ha declarado Dini. En 1997 cuando cerró la compra del 29% de Telekon Serbia, Telecom Italia era una empresa pública en manos del Tesoro a cuyo frente, entonces, figuraba Carlo Azeglio Ciampi, hoy presidente de la República.

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