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CRISIS EN TURQUÍA

Conflicto abierto entre París y Ankara

El embajador turco en París, Sonmez Koksal, seguirá en Ankara por un tiempo indeterminado, explicaron ayer las autoridades turcas, al tiempo que su Ministerio de Exteriores convocaba al embajador francés en Ankara, Bernard García, para hacerle patente el disgusto que habían causado las declaraciones de dos diputados galos, el gaullista Patrick Devedjian y el ecologista Noël Mamère, que han incluido, entre las razones que explican la llegada a la Costa Azul de 909 clandestinos kurdos, la necesidad de huir de 'Estados crápulas que persiguen a sus minorías'. Además de la crisis financiera y política, el choque diplomático entre París y Ankara también tiene lugar en un momento difícil en el que Turquía intenta adaptarse a la Unión Europea.

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Francia está en el punto de mira turco desde que, el pasado 18 de enero, los diputados franceses adoptaron una ley que reconoce el genocidio de que fue objeto el pueblo armenio entre 1915 y 1917 por parte de tropas turcas. En la Asamblea Nacional turca, diversas formaciones han discutido la oportunidad de acusar a Francia de los 'genocidios de que han sido víctimas los argelinos, Indochina y, más recientemente, los ruandeses'. El Ministerio de Defensa turco ha congelado el acuerdo de renovación de material militar, lo que afectará a empresas francesas; la sociedad gala Thales ha sido excluida de las que pueden optar a abastecer con nuevos equipos de radar diversos aeropuertos civiles turcos, e incluso el primer ministro Bulent Ecevit abandonó su coche oficial Renault por otro de marca surcoreana, aunque con tan mala fortuna que éste se averió enseguida y tuvo que servirse de nuevo del vehículo francés.

El desembarco de clandestinos en la Costa Azul, que París cree que ha contado, cuando menos, con la vista gorda de Ankara, ha servido para que esta última capital reforzara los gestos de intransigencia nacionalista. Algunos grandes contratos -un puente en el Golfo de Izmit, la puesta en órbita de un satélite espía o la modernización de los sistemas de navegación de 80 aviones F-16- han sido congelados en razón de dificultades presupuestarias, que se han camuflado de represalia política.

Sin embargo, el mismo Ejército, que hace proclamas antifrancesas, no quiere 'tomar decisiones que puedan afectar a una cooperación económica que es beneficiosa para Turquía'. Es el caso de la sociedad OYAK, principal productora de turismos en Turquía -los hace con licencia Renault- y cuyo consejo ejecutivo está integrado por militares jubilados.

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