La presencia de civiles distrajo la escucha del sonar del submarino
La presencia de civiles a bordo del Greeneville distrajo a la tripulación poco antes de que el submarino emergiera repentinamente a la superficie, colisionara con el Ehime y provocara la muerte de nueve pasajeros de ese pesquero japonés. En los momentos que precedieron a la tragedia, el responsable del sonar -el instrumento que detecta electrónicamente la presencia de otros buques- no completó su trabajo de rastreo, porque irrumpió en su cubículo un grupo de los 16 civiles que efectuaban una excursión a bordo del Greeneville.
Ésta es la confesión que ha efectuado un miembro de la tripulación del Greeneville al Consejo Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), el máximo organismo civil que participa en las investigaciones. Quedan así confirmadas unas sospechas lógicas, y se abre un interrogante sobre la costumbre estadounidense de invitar a civiles a viajar en sus vehículos militares. Cuando liberaron Europa en la II Guerra Mundial, los soldados de EE UU subieron a sus jeeps y tanques a millares de franceses e italianos. Fue la gran imagen de la liberación. Más de medio siglo después, EE UU sigue intentando ofrecer una imagen popular y amistosa de sus Fuerzas Armadas. El pasado año, 11.000 civiles hicieron excursiones en buques de la flota del Pacífico; 213 de ellos en submarinos de propulsión nuclear.
Excursiones militares
Las relaciones públicas son parte esencial de la filosofía militar de EE UU. Sus militares son felices compartiendo con civiles sus barbacoas y sus juguetes de alta tecnología, como ha contado con mucha gracia Michael Ruane en The Washington Post. Ruane, veterano corresponsal militar, relata cómo una vez hizo una excursión a bordo del Asheville, un submarino nuclear gemelo del Greeneville. 'En realidad', confiesa, 'yo no quería conducir el submarino; había pasado la mayor parte del día intentando combatir un creciente mareo. Pero llegó el gran momento'.
'No', dijo Ruane, 'de verdad que no tengo ganas de conducir el submarino'. El comandante replicó: 'Oh sí, usted tiene ganas, todo el mundo quiere pilotar este barco'. Ruane prosigue así su narración: 'Tenía calor, tenía un dolor de cabeza, pero dije: 'OK'. Sentí que alguien iba a recibir una bronca si yo no pilotaba. Quizá el almirante iba a enfadarse'.
John Hall hizo en la cadena NBC un relato semejante. Hall era uno de los civiles que hacían una excursión a bordo del Greeneville cuando el comandante le preguntó si le gustaría tirar de la palanca que hace que el submarino emerja. 'Por supuesto', respondió Hall, 'me encantaría'. Así lo hizo, y 10 segundos después comenzó la ascensión. 'Entonces hubo un gran ruido y todo el submarino tembló', recordó Hall. Los invitados que navegaban en el Greeneville eran contribuyentes al proyecto para restaurar el acorazado Missouri. Si se recuerda que fue en el Missouri donde los japoneses firmaron en 1945 su rendición, se comprende que esta circunstancia aumente la ira de los compatriotas de los nueve ahogados del Ehime.
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