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Reportaje:

El niño que quería ser espía

El 'topo' Hanssen, que trabajó desde 1985 para Moscú, decidió su vocación cuando tenía 14 años

Hasta que Estados Unidos no lo difundió el martes, los servicios secretos rusos no sabían que su topo en el FBI se llamaba Robert Philip Hanssen. Hanssen era tan profesional que durante 15 años consiguió que el FBI no sospechara de su traición y mantuvo frente a los rusos el misterio de su identidad. El espionaje ruso, que le conocía como B y Ramón, le pagó por sus servicios 600.000 dólares en metálico y diamantes y otros 800.000 colocados en una cuenta bancaria en Moscú. Pero Hanssen, a tenor de documentos incautados por el FBI, se convirtió en agente doble tanto por motivos novelescos como económicos.

'Decidí tomar este camino a los 14 años de edad, tras leer el libro de memorias de [Kim] Philby', escribió una vez Hanssen a sus contactos rusos. Philby, un agente británico que trabajó al mismo tiempo para la Unión Soviética, es una de las leyendas del espionaje del siglo XX. Otros textos de Hanssen, el topo de mayor importancia jamás descubierto en el FBI, revelan un cierto desapego respecto al dinero.

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'No me envíen más dinero, no puedo utilizarlo y el tener que guardarlo me pone en peligro; prefiero que me envíen diamantes, como un seguro para el futuro de mis hijos', escribió a sus contactos. Y concluyó: 'También agradecería un plan de escape'. Hanssen era escéptico sobre los 800.000 dólares que le habían depositado en un banco en Moscú. Otra vez comentó: '¿Cómo proponen ustedes que me haga con ese dinero cuando me retire? Venga, ya sé que esa suma no existe, que es una mera figura contable'.

El agente doble, cuyo sueldo en el FBI era de 100.000 dólares anuales, llevaba una vida de clase media en uno de los suburbios de Washington situados en Virginia. Su casa era modesta para los niveles estadounidenses y sus coches, viejos. Su esposa y sus seis hijos no disfrutaban de lujos. Toda la familia era católica practicante y, según informó ayer The Washington Post, algunos vecinos creen que pertenece al Opus Dei, que el diario describe como 'una orden católica secreta y conservadora'.

Lo cierto es que Hanssen era un maestro del disimulo. En papel o disquetes de ordenador pasó a Moscú un total de 6.000 páginas de documentos altamente confidenciales del FBI, la CIA y el Departamento de Estado. Incluyendo los trucos del contraespionaje norteamericano, al que pertenecía, y la identidad de tres agentes del KGB en Washington que también trabajaban para EE UU, dos de los cuales fueron ejecutados al volver a Rusia. Pero jamás dio su nombre a los rusos, ni se entrevistó personalmente con ellos ni aceptó transmisores o cualquier otro gadget que pudiera comprometerle. Efectuaba las entregas -y recibía el dinero- según el sistema más tradicional. Avisaba colocando marcas en determinados postes y depositaba los paquetes en lugares preestablecidos en los boscosos alrededores de Washington.

El topo, que puede ser condenado a muerte, tenía una visión inteligente de su país natal. Así la resumió: 'EE UU puede ser visto como un niño poderoso físicamente pero mentalmente retrasado. Pero no hay que dejarse llevar por las apariencias. Puede convertirse en genial con mucha rapidez, cuando está convencido de un objetivo'.

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