_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La patente o la vida

Un reciente informe de una ONG británica ha puesto en el disparadero el tema de las patentes y el acceso de los pobres a medicinas esenciales. El informe ilustra cómo la protección a ultranza de los derechos de propiedad intelectual, y su traducción en el precio, condena a los desposeídos, en África y otras partes del mundo, a morir por carecer de medios para pagar un tratamiento.

No hay probablemente división más neta entre ricos y pobres que la que concierne a la salud. Mientras la población de los países desarrollados vive cada vez más años en mejores condiciones, en buena parte del mundo la gente muere de sida, malaria o tuberculosis. La situación es intolerable, pero el mundo acomodado hace poco para combatirla, pese a lo obvio de que las grandes crisis de salud pública son un enemigo formidable de toda la especie humana. Véase el sida.

Las patentes farmacológicas -un monopolio de venta durante determinados años estrictamente regulado por la Organización Mundial del Comercio- colocan a los nuevos fármacos, muchas veces vitales, fuera del alcance de los desfavorecidos. Es cierto que la innovación científica deriva en parte de la protección de estos derechos y los ingresos que generan. Pero si las reglas comerciales tienen consecuencias desastrosas para la salud de muchos millones de personas, es que algo fundamental falla. Las patentes son un medio para promover descubrimientos, pero no el único. Y es indecente mantenerlas como dogma, como quieren las multinacionales que figuran entre las industrias más lucrativas del planeta.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Los países en los que conseguir medicamentos básicos es un lujo ocasional necesitan ayuda global para combatir la enfermedad. Es cierto que a veces ni con las mejores intenciones es posible hacerlo, sea por lo ruinoso de su infraestructura sanitaria o por las prioridades de Gobiernos dictatoriales o corruptos. Pero los grandes del sector deben dar ejemplo: investigando más sobre medicinas superfluas para los ricos, pero vitales para los pobres; renunciando a sus derechos de monopolio en determinados mercados, o eliminando los obstáculos al desarrollo de una industria de genéricos en las zonas más atrasadas.

Casi el 75% del mercado farmacéutico mundial está copado por un puñado de titanes de EE UU y Europa, capaces por ello de dictar reglas inapelables. Una actitud más sensible y menos mercantilista por su parte no solucionará la tragedia de millones de seres humanos, pero contribuirá a aliviar su situación en tanto se revisan las draconianas normas de la OMC. Hay reglas que pueden tener sentido aplicadas a las naciones prósperas, pero que resultan inhumanas elevadas a rango universal.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_