Italia ha pedido la ayuda de la Europol para vigilar sus costas
Las costas de la Apulia, en el sur de Italia, son constante escenario de desembarcos de inmigrantes clandestinos como el ocurrido este fin de semana en plena Costa Azul. La proximidad de la costa albanesa y la eficacia de las mafias de este país en organizar viajes relámpago, burlando a las patrullas de la policía costera, han convertido esta franja de costa italiana en un auténtico coladero de inmigrantes sin papeles. Por ejemplo, la noche del pasado sábado se produjo un goteo de llegadas a bordo de lanchas rápidas que dejaron en tierra un total de 130 inmigrantes, la mayoría kurdos, procedentes de Irak.
En los cuatro primeros meses de 2000 entraron en Italia por esta puerta del sureste 5.000 inmigrantes clandestinos. En 1999, la cifra total fue de 56.000 entradas ilegales. La situación decidió al Ejecutivo italiano a solicitar en agosto pasado ayuda a Bruselas. El ministro italiano de Interior, Enzo Bianco, pidió que la Europol enviara refuerzos a las costas italianas más expuestas para reforzar a las patrullas de la policía nacional. La tesis del Gobierno italiano es que la inmigración clandestina, al igual que la que llega a las costas del sur de España desde el norte de África, es un problema europeo y como tal debe ser afrontado
El último episodio de llegada masiva de inmigrantes a Italia, muy similar al ocurrido ahora en Francia, se produjo a comienzos de noviembre pasado. El Profesor Kolesnikov, un ruinoso buque matriculado en Sebastopol (Ucrania), desembarcó un contingente de casi 900 hombres, mujeres y niños, la mayoría de origen kurdo, ansiosos de instalarse en Europa. El barco, abandonado a la deriva por la tripulación que se dio a la fuga, hubo de ser remolcado por una fragata hasta el puerto de Otranto, donde en octubre atracó otro carguero similar, con más de 400 inmigrantes clandestinos a bordo.
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