Los jóvenes diseñadores valencianos pujan con fuerza
Ayer por la mañana, en el Auditorio de Ifema, se celebró la Pasarela de los Nuevos Diseñadores Españoles, con la participación de 12 firmas noveles y donde se entregó el Premio Wella a la mejor colección a la madrileña Celia Díaz, que presentó una serie corta, pero convincente y artesana, de largos abrigos anudados a la manera de un tapiz y de fragmentos de un paisaje solar sobre fondo blanco, una idea poética pero de dudosa posibilidad comercial.
Los nuevos diseñadores españoles siguen teniendo que buscarse un sitio a trancas y barrancas dentro de la Semana de la Moda, y siguen ausentes de cualquier proyecto en Cibeles. La Pasarela de Nuevos Diseñadores no deja de ser un esfuerzo vano sin orientación técnica precisa y con dudosos criterios de selección. El premio lo falló un jurado que, salvo tres honrosas excepciones del campo de la moda (Montesinos, Rufete y Berhanyer), parecía sacado de los cromos de una revista del corazón.
La presencia de la Comunidad Valenciana fue la más fuerte y numerosa, con cinco colecciones, entre ellas las más coherentes y maduras de Tonuca (sus chubasqueros-plumas de fuerte color y su punto geométrico) y la etiqueta. Alejandro Sáenz de la Maza mostró gorros muy imaginativos de inspiración bakala, abrigos sólidos y amplios con lanas y felpas de resalto y finalmente un denim con brillo de lúrex originalmente cosido. El alicantino Martín Pérez Ripoll propuso una minicolección funcional y alegre, con acolchados menudos y vaqueros de costuras excéntricas, mientras Badenes Vera mostró agadables chales de seda pintados a mano. La moda valenciana sigue pujando con fuerza por su sentido de la innovación.
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