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Reportaje:

San Jerónimo: no tocar, peligro de pleito

Una capilla abierta al culto en el área del claustro obstaculiza su desmontaje y puede, por ley, 'blindar' todo el recinto

No tocar. Peligro de pleito. Las cosas se complican alrededor del claustro del templo de San Jerónimo el Real, que data del siglo XVII. La existencia de una capilla con culto diario en el perímetro claustral puede dar un vuelco al proceso en el que el Gobierno, la Iglesia y la ciudadanía litigan bajo la mirada atenta de la Justicia.

Desde hace apenas una semana, empleados de la constructora J. Quijano operan dentro del claustro renacentista para desmontarlo al completo. Tres de sus cuatro fachadas pétreas presentan combamientos de hasta 24 centímetros. La Sala Tercera de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo los considera peligrosos para la seguridad personal y monumental, por lo que ha autorizado su desmontaje.

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Esa medida, no obstante, desencadena recelo entre las asociaciones vecinales, por considerar que precederá inexorablemente a la -por ellos- tan temida ampliación del Museo del Prado, aún no iniciada, contra la cual han presentado varios recursos encaminados a frenarla. Hoy, sobre el cuadrado recinto conventual del siglo XVII, con cuarenta arcadas barrocas que son, quizá, las únicas ruinas monumentales de la ciudad a la intemperie, se cierne la probabilidad de que puedan ser enladrilladas dentro de un edificio de forma cúbica destinado a mejorar y ensanchar servicios del Museo del Prado. Ello requerirá el horadamiento hasta más de 20 metros bajo cota del solio del claustro, excavación que los recurrentes temen que desencadene el hundimiento de la fachada meridional de la iglesia de San Jerónimo el Real, amén del propio espacio claustral.

La ampliación corresponde al arquitecto Rafael Moneo, si bien su proyecto, según confirmaron ayer a EL PAÍS fuentes judiciales, no ha sido aún aprobado por el Ministerio de Educación y Cultura, promotor de la ampliación. Todavía la cree mejorable en su diseño y contenidos. Para evitar la ampliación -'¿Cómo puede hablarse de ampliar algo cuando no hay ganancia de espacio nuevo, sino que se intenta que el museo se coma el claustro de los Jerónimos?, argumenta Úrsula Foltin, esposa y madre, respectivamente, de dos recurrentes, Pedro y Walter Fábrega - ya han sido promovidos varios recursos que tramita el Supremo.

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A todo ello hay que añadir un nuevo asunto: un documento notarial confirma la existencia de una capilla dedicada al culto religioso dentro del perímetro claustral. El acta notarial va a ser incorporada como información complementaria al recurso de súplica presentado a la Sala Tercera del Tribunal Supremo para suspender las obras de desmontaje del claustro. Ni la capilla abierta al culto ni tal perímetro eran contemplados, hasta ahora, en lo actuado. Sin embargo, según algunas fuentes letradas, de ser aceptados como pruebas ambos hechos, el Derecho Eclesiástico permitiría aplicar su jurisdicción a estos dos ámbitos, con cánones muy estrictos que impedirían actuar sobre el área mientras no sea desacralizada la capilla, entre otras exigencias ineludibles. De aceptarse la existencia de un perímetro claustral, la legislación sobre Patrimonio quedaría ampliada a todo el recinto del desbovedado deambulatorio, hecho que podría impedir que prosperara la ampliación del Prado sobre el claustro.

El acta notarial fue levantada el jueves, sobre el terreno, por José Ángel Martínez Sanchiz, del Colegio Notarial de Madrid, a instancias de Francisco Torras Serratacó, en nombre de la Asociación Nacional para la Defensa del Claustro de San Jerónimo el Real y del Museo del Prado. La capilla, dedicada al Santísimo Sacramento, registra culto religioso católico a diario, según informó al notario el párroco de los Jerónimos, Manuel González Cano.

Este sacerdote, que trabajó muy cerca del cardenal Enrique y Tarancón durante su arzobispado en Madrid, asegura en el acta que la capilla del Santísimo, al igual que un salón de catequesis contiguo, denominado de San Blas, cuenta con acceso directo al atrio de la iglesia y se inserta en el recinto del claustro, por lo que considera a ambos integrados en la declaración de este ámbito como Monumento Nacional, en 1925.

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