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Tribuna:EURO | COYUNTURA INTERNACIONAL
Tribuna
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Impulso fiscal

El programa económico del nuevo presidente estadounidense incluye un recorte de impuestos. El cambio en las expectativas de los agentes y el apoyo de Greenspan aumentan la probabilidad de que termine llevándose a cabo. En Europa no solo se trata de un proyecto: los recortes de tipos impositivos están teniendo lugar ya en 2001. Se trata de una reducción de impuestos que se refiere no solo a los directos, sobre la renta de las personas y sociedades, sino también a la imposición indirecta. Además, afecta a un buen número de economías europeas, entre las que destaca por su peso y la magnitud de su reforma, la alemana, en la cual se reduce este año el tipo máximo del impuesto de sociedades del 40 al 25%, y avanza la senda de reducción del tipo máximo del impuesto sobre la renta del 53% de 1999 al 42% en 2004. Aunque algunas estimaciones señalan que el conjunto de estas medidas en Europa aumentará la renta disponible en torno a medio punto porcentual, contribuyendo a sostener el crecimiento, hay razones para pensar que estas estimaciones sobrevaloran el margen actual de la política fiscal.

En primer lugar, porque el diagnóstico sobre la economía europea no ofrece problemas importantes desde el lado de la demanda, sino desde la oferta. Por tanto, la política fiscal tiene poco margen para impulsar el crecimiento. En estas condiciones, lo que puede ocurrir es que el recorte fiscal se traduzca en presiones inflacionistas, y no en un aumento de la actividad real. Esta situación es muy diferente a la que se observa en la economía estadounidense, que se enfrenta a una ralentización de la demanda, consecuencia de la restricción monetaria y crediticia y del deterioro de las expectativas, lo que da un margen de actuación amplio a las políticas fiscal y monetaria.

En segundo lugar, porque el efecto de una política fiscal expansiva sobre el consumo es menor si los consumidores perciben que el recorte impositivo no es sostenible en el tiempo, es decir, si no afecta a su renta permanente. La ausencia de recortes del gasto, o de mejoras en el crecimiento potencial de la economía, puede llevar a considerar que, en el futuro, estas medidas no podrán mantenerse y que será necesario volver a aumentar los impuestos o recurrir a emitir deuda pública, con el consiguiente aumento de los tipos. En este caso, el efecto sobre la demanda presente será limitado. Por ello, es aventurado pensar que los recortes fiscales impulsen la actividad en la UEM. En este área el saldo presupuestario estructural, esto es, una vez eliminado el componente cíclico, será negativo y próximo al 1%. En EE.UU., el saldo estructural va a superar el 2%.

Por último, es el ciclo político, más que el económico, el que parece marcar en Europa el momento de las rebajas de impuestos. Italia y Reino Unido tienen elecciones este año y Alemania y Francia el próximo. Una situación que resta credibilidad a los recortes fiscales.

Mayte Ledo es economista jefe para la OCDE y mercados del Servicio de Estudios del BBVA.

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