La España de Maragall
El líder socialista cree que sólo después de vencer al terrorismo podrá avanzar el reconocimiento práctico de la plurinacionalidad
Pasqual Maragall no sólo tiene una idea de Cataluña. Tiene una idea de España y de Cataluña en España. El jueves la explicó en Madrid ante numerosos dirigentes del PSOE, entre los que se contaba su líder José Luis Rodríguez Zapatero. En esa conferencia, dictada en el Club Siglo XXI, sistematizó y agrupó, además, las propuestas federalistas que en los dos últimos años ha ido formulando de forma parcial. Esta vez las denominó 'nuevo federalismo'. Llevaba la conferencia escrita y se saltó algunas páginas. Pero fue un buen compendio de sus ideas sobre el papel de Cataluña en España.
A la enumeración añadió esta vez, sin embargo, una consideración nueva. Preconizó un 'nuevo consenso constitucional' para avanzar en el reconocimiento de la plurinacionalidad de España.
Maragall presentó este 'nuevo consenso' como una renovación y continuación del pacto que en 1978 permitió alumbrar la Constitución. La esencia del pacto de 1978 consistió, según él, en que las fuerzas políticas ampliamente mayoritarias en el País Vasco y Cataluña renunciaron a conseguir el derecho de autodeterminación a cambio de conseguir un nivel de autonomía y de autogobierno a la altura de lo que habían conseguido con los estatutos de la Segunda República.
En aquel momento la renuncia era obligada, porque sin democracia no había ni expresión de la autodeterminación, ni autonomía. Veinte años después, Maragall entiende que aquel sacrificio a expresar la diferencia nacional ha sido el precio pagado desde Cataluña y el País Vasco para hacer posible la construcción de la democracia española.
Pero ahora está llegando el momento en que será posible dar el paso que entonces no fue posible. El núcleo del nuevo consenso constitucional que Maragall propone consistiría en que las nacionalidades históricas, Cataluña, el País Vasco y Galicia, acepten la generalización autonómica, la igualdad de competencias y el equilibrio del modelo, a cambio de que las otras comunidades reconozcan la diversidad plurinacional, pluricultural y plurilingüística de España. Y, en consecuencia, las expresiones políticas de los hechos diferenciales.
El líder de los socialistas catalanes cree que la discusión de todo esto sería otra cosa si no mediara el terrorismo de ETA. Por eso, Maragall habla de que se necesitan unos dos años para poder entrar de lleno en el debate. Pero hace dos años también decía que faltaban dos. Cuando se haya vencido al terrorismo será el momento en que se podrá 'pensar aquello que aún no existe, pero que puede existir y es mejor'.
Su idea es que detrás de las dificultades que existen en el centro de España para entender a las nacionalidades históricas, y en particular la singularidad de Euskadi y encontrar el camino de la paz, está el temor de que Cataluña quiera lo mismo que el País Vasco. Y que eso haga imposible 'cuadrar' la cohesión española, tanto en términos económicos como culturales.
Llegado a este punto, Maragall vuelve a lo que proclamó hace ya más de 15 años, a propósito de la elección de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos de 1992. Entonces afirmó que lo que es bueno para Barcelona es bueno para Cataluña y lo bueno para Cataluña es bueno para España. Ahora dice que los españoles que temen por la cohesión no deben abrigar estos temores, porque Cataluña es consciente, según él, de que difícilmente irá bien si no es dentro de una España europea y fuerte, y sabe que España no lo será si Cataluña no se vuelca en ello. Y lo que quiere es 'contribuir de forma destacada a la construcción de la España plural'.
Todo esto va acompañado en Maragall de una declaración de amor a España. El jueves dijo que su propuesta federal no es una mera oferta de técnica política. 'Quiere ser una propuesta cálida y emotiva, impulsada por un sentimiento de empatía' y dirigida sobre todo a 'conseguir el objetivo de la convivencia plena de los dirversos pueblos de España'.
Es una concepción de enlaza con un hilo liberal librecambista del siglo XIX, con el diálogo de Joan Maragall y los intelectuales del 98, con el joven Cambó, con la izquierda catalanista que se comprometió a fondo con la Segunda Republica y con el último Tarradellas. Y, en la otra parte, con la tradición de la que la Institución Libre de Enseñanza era 'el más depurado exponente'.
El decálogo
El 'nuevo federalismo' de Pasqual Maragall se resume en estos 10 puntos. - Reformar el Senado - Descentralizar las sedes de instituciones del Estado. - Equiparar en 20 años los resultados de régimen foral y los del régimen común - Redistribuir el gasto público en la proporción 40-30-30. - Igualar la inversión del Estado por habitante en las áreas metropolitanas. - Pagar por renta y recibir por población - Fijar un periodo de 10 años para que las comunidades con atrasos estructurales reciban ayudas extraordinarias. - Proteger e impulsar desde el Estado las cuatro lenguas españolas. - Enfocar la enseñanza de las humanidades en torno a la historia común de los pueblos de España. - Atribuir a los tribunales superiores de justicia autonómicos la facultad de casar las sentencias, con la excepción del recurso de unificación de doctrina.
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