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Un pulso inesperado entre París y Berlín

Tal y como estaba previsto, el tribunal que juzga al ex ministro de Exteriores francés Roland Dumas y a su antigua amante ha suspendido las sesiones hasta mañana, a la espera de que se aclare la situación de Alfred Sirven, juzgado en rebeldía en ese mismo proceso. Un desencuentro franco-alemán sobre la entrega del detenido ha provocado tres días de confusión jurídico-administrativa, y tanto el primer ministro, Lionel Jospin, como su ministra de Justicia, Marylise Lebranchu, no pudieron asegurar que esto se pueda resolver hoy mismo.

Salvando las distancias -Alfred Sirven no es un terrorista-, Francia ha sufrido con su delincuente más buscado un problema en cierto modo similar al de España con los etarras detenidos en Francia: ante la ausencia de reconocimiento mutuo de las resoluciones judiciales entre países de la UE (lo que técnicamente se llama 'espacio judicial europeo'), el éxito de una detención hace olvidar la pasión de algunas legislaciones europeas por los procedimientos garantistas.

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El propio ministro alemán del Interior, Otto Schily, se atribuye haber tomado la decisión de detener a Sirven, en declaraciones al diario Le Monde. Si se le hubiera transferido sin más al avión militar enviado desde París a Francfort 'no se habría respetado la ley', argumenta el ministro, que elude contestar a la pregunta de si consultó esa decisión con el canciller Gerhard Schröder.

Un vuelo perdido

Francia se habría ahorrado esta enojosa historia si Alfred Sirven hubiera sido embarcado en el vuelo Manila-París de Air France, que partió de la capital filipina a las 19.40 (hora local) del viernes pasado. La detención se había producido tres horas antes, a 60 kilómetros de Manila. Dos policías franceses estaban listos para hacerse cargo del detenido, pero también debía acompañarle un policía filipino. La gestión de un visado para este último hizo que Sirven y sus escoltas perdieran ese vuelo, según una versión. Otras fuentes aducen que el vuelo de Air France tenía que hacer escala en Tailandia, país con el que Francia no tiene convenio de extradición y en el que existía el riesgo de que el detenido alegara un problema de salud para poder desembarcar.

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Entre la posibilidad de perder al detenido en los vericuetos filipino-tailandeses o traerle a Europa de inmediato, las autoridades francesas decidieron que Sirven abordara a medianoche (hora local) el vuelo de la compañía alemana Lufthansa. De haber esperado más 'habría podido escaparse', explica el propio Jospin, quien prefiere mostrar su desconfianza hacia el Estado de derecho en Filipinas -no sin agradecerle su ayuda para la detención- que reconocer la sorpresa causada en él mismo y en su equipo por el hecho de que Alemania no les entregara al fugado con un simple transbordo en Francfort, desde el avión comercial alemán al Falcon militar francés enviado para hacerse cargo de aquél.

A primera vista, este incidente es otro síntoma de lo mal que están las relaciones franco-alemanas. Pero también es todo un indicio de lo verde que se encuentra el reconocimiento del 'espacio judicial europeo', precisamente una de las prioridades de la presidencia española de la UE para el primer semestre de 2002.

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