Los demócratas renuncian a la batalla contra el ultraderechista Ashcroft
Los senadores demócratas más beligerantes han asumido ya que el nombramiento del ultraconservador John Ashcroft como fiscal general es inevitable. Incluso el combativo Ted Kennedy, que amenazó con emplear maniobras dilatorias para bloquear su nombramiento, reconoció ayer que le faltan votos para evitar que se convierta en el brazo jurídico de George W. Bush.
El Comité Judicial del Senado aprobó ayer su nombramiento en una cerrada votación (10-8). Nueve republicanos y un demócrata votaron a favor y ocho demócratas se opusieron. El líder republicano del Senado, Trent Lott, ha previsto que el pleno de la cámara alta vote sobre esta designación a lo más tardar mañana. La Cámara alta está dividida a partes iguales entre republicanos y demócratas, aunque en caso de empate es el presidente del Senado -el vicepresidente Dick Cheney- el que lo desharía en favor de las tesis del Gobierno. No será necesario: todos los republicanos van a votar en masa con disciplina de partido, mientras que entre 10 y 20 senadores demócratas se han mostrado dispuestos a dar una oportunidad a Ashcroft.
En todo caso, a los votos en contra que reciba Ashcroft se sumarán dos de gran carga simbólica, que hasta ayer estaban indecisos. Por un lado, la senadora Hillary Rodham Clinton ha anunciado que no apoyará el nombramiento 'porque sus opiniones y su pasado le sitúan a una distancia considerable de la jurisprudencia estadounidense'.
En el mismo sentido se ha pronunciado Patrick Leahy, el demócrata más veterano del Comité Judicial. Según Leahy, 'las posturas intransigentes de Ashcroft en muchos asuntos despiertan dudas graves sobre cómo interpretará el juramento como fiscal general para velar por el cumplimiento de las leyes'. Leahy se mostró especialmente preocupado por la posición de Ashcroft en cuestiones de derechos civiles, homosexualidad, aborto, armas y el papel de los jueces.
41 votos
Ted Kennedy, el senador que ha liderado la batalla política contra el nombramiento de Ashcroft, ha asumido que la confirmación es inevitable y ha frenado las maniobras dilatorias con las que había amenazado. Para retrasar el nombramiento, a Kennedy le hacen falta 41 de los 100 votos de la Cámara, pero reconoce que ni siquiera hay tantos senadores en su propio partido dispuestos a apoyar esa vía.De hecho, el propio Leahy se ha mostrado contrario a convertir este debate político en una guerra sin fin; aunque votará en contra del candidato, se opondrá también a estrategias de 'filibusterismo'.
En medio de la peor batalla política en el Senado desde el caso Lewinsky, varios periódicos publican anuncios -pagados por lobbies cercanos a asociaciones liberales- en los que se critica el voto favorable a Ashcroft de la mayoría de los senadores. El presidente de la Cámara, Trent Lott, acusó ayer a 'la izquierda amargada' de querer 'exprimir a los demócratas todo lo que pueden'. Según Lott, que no esconde su euforia porque su partido controle el Capitolio y la Casa Blanca, el nombramiento de Ashcroft como fiscal general se conseguirá 'con 60 o 70 votos a favor'.
El resto de los nombramientos de Bush han merecido la confirmación casi instantánea del Senado. La tormenta sirve al menos para que Bush entienda lo que puede pasar si alguna vez trata de nominar a un juez ultraconservador para cubrir vacantes en el Tribunal Supremo.
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