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LA LITERATURA COMO REFUGIO

Henning Mankell publica una novela policiaca sobre el racismo

'Soy un escritor político', afirma el creador del inspector Wallander

Autor de una veintena de libros, que incluyen obras de teatro y narrativa juvenil, Mankell ha viajado a Madrid para promocionar el libro. Cuenta que se fue a África bastante joven y que cuando regresó a Suecia se quedó impresionado por cómo había aumentado el racismo. 'Quise escribir sobre eso. Creo que la historia que cuento en Asesinos sin rostro es más importante que el propio Wallander'.

Esta novela, que le mereció importantes premios en Suecia, donde se ha hecho incluso una serie de televisión de cuatro capítulos, narra una ola de racismo que sigue al asesinato de una anciana pareja de granjeros. Antes de morir, la mujer logra contar que ha sido 'un extranjero'. Un campo de refugiados que esperan que se les conceda asilo político es incendiado, un somalí es abatido a balazos y Wallander y su equipo trabajan bajo una gran presión para solucionar ambos casos. 'La inseguridad en este país es grande. La gente tiene miedo', dice en cierto momento Wallander en el libro, en el que Mankell reflexiona largamente sobre la crisis de la sociedad de bienestar. 'Suecia nunca fue un paraíso. Pero durante mucho tiempo hubo una conciencia de solidaridad. Ahora se ha perdido'. 'Es una vegüenza que un país tan rico como el mío no pueda ayudar a los inmigrantes y a los refugiados', añade,' pero éste es un problema que afecta a toda a Europa, que se ha convertido en un castillo con las puertas cerradas'.

Mankell no quiere ser encasillado en el género policiaco, pero en los libros de Wallander describe minuciosamente la investigación policial, con un exhaustivo seguimiento de todas las pistas posibles, desde una colilla al corazón de una manzana. Wallander, que en esta novela tiene 42 años, es un personaje que engancha: divorciado, con problemas con el alcohol, con sobrepeso, inseguro, tenaz. Los únicos puntos en común con su personaje, explica Mankell, son que a ambos les gusta la ópera, 'Verdi, sobre todo, y también Puccini'. 'Y los dos somos muy trabajadores'. 'Creo que es más fácil escribir sobre un personaje que no te gusta. Los malos son más interesantes que los buenos'. El policía, que a los ojos de los lectores no parece malo, sino un hombre que vive una gran crisis personal, se inscribe en la generación del comisario Brunetti, de Donna Leon, o de Montalbano de Camilleri. 'Mis novelas son más políticas que las de Donna Leon. No quiero contar únicamente crímenes, sino historias ligadas a la sociedad'.

En La quinta mujer abordó la violencia contra las mujeres y en otros títulos que irá publicando en Tusquets ha tratado 'los problemas después de la caída del muro de Berlín, el apartheid en Suráfrica o la violencia en los jóvenes'.

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