Del despacho a La Pampa
Un profesor de Biología de Málaga recorre la región argentina para fomentar la recuperación de especies
'¿Qué pinta un gallego -apodo eventual de los españoles en Argentina- en La Pampa diciéndonos cómo debemos aprovechar nuestras riquezas?'. Ésta fue la impresión que el biólogo malagueño, Mario Vargas, se llevó en la primera toma de contacto con los responsables gubernamentales de Medio Ambiente y los dueños de los 25 cotos de caza de La Pampa (Argentina). Se reunió con ellos para convencerles de las posibilidades de la región, con 280.000 habitantes y algo más extensa que Andalucía, para implantar un turismo cinegético (de caza).
El profesor Vargas, de la Facultad de Biología de la Universidad de Málaga, estuvo tres meses en la región argentina con motivo de una beca de ayuda al desarrollo para estudiar los mamíferos silvestres de la zona. Una vez allí, descubrió un extraordinario potencial de caza, tanto mayor como menor, 'que se caracterizaba por su mal aprovechamiento'. Según observó, la oferta está centrada en la caza del jabalí y el ciervo, variedades introducidas desde Europa hace 100 años y que son el objetivo del poco turismo cinegético que recibe La Pampa y que procede del propio país. Sin embargo, hay especies que 'ellos no tienen en cuenta y que despertarían gran interés para españoles, alemanes, italianos y estadounidense. Son palomas, tinamiformes (perdices), aves acuáticas, vizcachas, pumas o patos', asegura el experto.
Vargas salvó las reticencias iniciales y convenció a sus interlocutores de que La Pampa es un territorio tan virgen que es posible una gestión cinegética sensata. Su idea es convertir la caza en un instrumento de aprovechamiento sostenible que redunde positivamente en las propias especies de caza y en la economía. Para Vargas, es necesario evitar el intermediario turístico, que ha sido 'el único que hasta ahora ha hecho negocio. Generalmente ha pagado poco al dueño del coto y le ha cobrado mucho al cazador'.
El proyecto del profesor malagueño tiene dos vías. Por un lado, una actividad cinegética de escaso impacto y que generará un remanente importante a la región. Una práctica compatible con un turista de naturaleza, al haber una fauna y una flora que 'merecen la pena observar'.
La segunda parte de la idea, más a largo plazo, es que La Pampa recupere como cinegéticas diversas especies que están desaparecidas o son muy escasas. Animales como el guanaco (camélido), la liebre mara, el ciervo de La Pampa y el ñandú (un tipo de avestruz). Según Vargas, estas variedades 'difícilmente podrán beneficiarse de programas de recuperación si no existe un interés económico por medio'. En este sentido, algunos propietarios de cotos ya se han comprometido a ceder sus tierras para intentar criar a estas variedades escasas.
Vargas tiene los pies en el suelo y es consciente de que la implantación de este sistema no es cuestión de semanas. 'Son necesarios numerosos estudios de recuperación de especies y que el proyecto se lleve a cabo con escrupulosa fidelidad a sus fines, además de un buen caudal de inversor. El esfuerzo puede durar años, pero merece la pena'.
El biólogo malagueño deja claro que 'esto no es un club de caza', y precisa que la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) propugna un aprovechamiento sostenible de la naturaleza que sea compatible con la conservación de la biodiversidad. Ni más ni menos que lo que él propone.
El profesor Mario Vargas, sin ser fauna ni flora, puede llegar a convertirse en especie protegida en La Pampa si, como propone, se lleva a cabo un proyecto que 'satisfará tanto al ecologista más radical, como al dueño de coto que busca beneficios para su empresa'.
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