Precisión al señor Gasco

El señor Ernesto Gasco, concejal delegado de Seguridad Ciudadana de San Sebastián, acusa al lector Ángel Eizaguirre de 'desinformación' y de 'ganas de enturbiar la imagen de la ciudad y del Ayuntamiento' al criticar los incidentes de la tamborrada donostiarra. Dice el señor Gasco que la guardia municipal, los bomberos y la Ertzaintza trabajaron toda la tarde quitando pancartas y propaganda. Lo que quedó es lo inevitable en estos casos, algo que pasa en cualquier localidad (EL PAÍS, Cartas al Director, 27de enero de 2001).

Si las cosas son como dice el señor Gasco, hay que reconocer que todas esas fuerzas de orden público cumplieron muy mal con su deber. Toda la plaza de la Constitución estaba empapelada con carteles de apoyo a ETA; una pancarta portátil con el hacha y la serpiente se paseaba por la plaza, ante la librería Lagun, cerrada, sin que nadie interviniera más que para abrirle paso. De la biblioteca municipal no colgaba ninguna pancarta, es cierto, supongo que para no quitar protagonismo al inmenso cartel pidiendo amnistía que se alzaba a un metro de la fachada. A lo largo de toda la tarde, numerosas personas habían llamado a la policía autonómica denunciando estos hechos, así como los cientos de carteles con la fotografía de Consuelo Ordóñez y la mía propia en una diana distribuidos por toda la parte vieja donostiarra. Todas esas pancartas estaban en su sitio no sólo en la izada de bandera, sino también en la arriada (ambas retransmitidas por televisiones autonómicas), con el hacha y la serpiente incluida. Los carteles amenazadores contra Consuelo y contra mí seguían en su sitio cuarenta y ocho horas después de acabada la fiesta: quizá sigan hoy mismo.

Señor Gasco, son otros los que enturbian la imagen de San Sebastián, no el señor Eizaguirre por denunciar lo que ocurre en la tamborrada. Y otros los que enturbian la imagen del Ayuntamiento: los que cumplen tan rematadamente mal sus obligaciones, como usted.