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SEGURIDAD ALIMENTARIA

Bruselas decidió hace 10 años 'minimizar' las 'vacas locas' y practicar 'la desinformación'

La Comisión pidió a Londres que ocultara sus investigaciones, según un documento de 1990

Carlos Yárnoz

'Vamos a pedir oficialmente al Reino Unido que no publique más los resultados de sus investigaciones', dice textualmente el citado informe, titulado Nota sucinta del 'dossier' sobre la EEB. En aquellas fechas, el Reino Unido era el único país en el que se efectuaban investigaciones profundas al respecto, dado que ya habían aparecido numerosos casos de vacas afectadas. De hecho, la enfermedad ha costado ya la vida a 85 británicos.

En la nota oficial se narra que, al comienzo de la reunión del Comité Veterinario, un representante de la Comisión Europea manifestó sobre la EEB: 'Hace falta tener una actitud fría para no provocar reacciones desfavorables sobre el mercado. No hay que hablar más de la EEB. Ese punto no debe figurar en el orden del día'.

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Del comentario queda claro que entonces la preocupación de las autoridades comunitarias se centraba en la repercusión que la enfermedad pudiera tener sobre el mercado de la carne, y no sobre los posibles efectos sobre la salud humana.

En la misma nota se refleja la gran preocupación existente entonces en el Reino Unido y en Irlanda por las repercusiones comerciales que podía tener la enfermedad sobre las exportaciones de carne de vaca que ambos países realizaban, sobre todo al norte de África. Al respecto se recordaba que el 40% de las exportaciones irlandesas de carne de vacuno se dirigía a ese mercado. En aquellas fechas, el comisario responsable de Agricultura era el irlandés Ray MacSherry.

Alto riesgo

Personas que trabajaban entonces en Bruselas en relación directa con el problema reconocen que la redacción de la citada nota no fue precisamente afortunada, pero enseguida añaden que por entonces no había aún datos concretos sobre la posible repercusión para la salud humana y que se reaccionó así para evitar una alarma social. El salto de la enfermedad a la especie humana no se constató hasta 1996.

Dichas fuentes, no obstante, recuerdan que sí estaban vigentes aquel año algunas medidas para hacer frente a la enfermedad, como la prohibición de incluir en la cadena alimentaria algunas partes del animal consideradas de riesgo. También indican que entonces recomendaron a los Estados miembros que no importaran piensos del Reino Unido, pero en cambio no fue aceptada otra recomendación de los técnicos para que no se importara de Inglaterra carne no deshuesada con anterioridad.

El contenido de la nota de la Comisión Europea está en buena manera en consonancia con lo ocurrido en aquellos años en el Reino Unido. Según un informe oficial difundido en octubre pasado, el Gobierno británico de los primeros años noventa desoyó a los científicos, minimizó los riesgos de la enfermedad y no facilitó a la opinión pública la información necesaria sobre el peligro de consumir carne de vacas locas.

En ese informe se dice que el Ejecutivo británico no actuó de mala fe, sino que fue negligente con el único fin de no alarmar a la población. Durante más de una década, las autoridades británicas minimizaron también las consecuencias de consumir carne de vaca enferma y repitieron el mensaje oficial de que no había riesgo para la salud humana.

Lord Phillips, que coordinó los trabajos para elaborar el informe británico con un equipo de científicos y juristas, declaró cuando presentó el documento: 'De los científicos se esperaba que dieran todas las respuestas, pero su falta inicial de pruebas concluyentes fue interpretada por las autoridades como si el contagio no fuera posible. El público fue traicionado porque no se le consideró capaz de asumir los riesgos de la situación como adultos. Ello, unido al hecho de que las reses eran alimentadas con piensos de vaca y oveja, convirtió la epidemia en un desastre'.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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