Restauración simbólica
Causa lástima y resignación (estupor, a estas alturas, ya no) ver el estado del casco histórico de Valencia. Un turista no avisado que paseara por el barrio de El Carmen, por el de El Pilar, por casi cualquier calle a la que no ilumine un edificio institucional o de valor histórico-artístico unánimemente reconocido (y a veces ni así) pensaría que la ciudad ha sufrido los efectos de una guerra: infinidad de edificios de gran valor histórico y estético, los edificios que no se visitan como museo sino que se viven como realidad, como cultura sólida, tangible de un pueblo, esos, se desmoronan lentamente. Por doquier quedan tumbas de ellos: solares que quedan para pasto de las necesidades caninas, de los coches y, en fin, de la especulación.
Mientras las restauraciones no pasan de lo meramente simbólico, el Ayuntamiento y/o la Generalitat siguen embarcados en proyectos muy costosos de más que discutible necesidad, como las publicitadas Ciudad de las Artes y las Ciencias y la misteriosa (¿Quién ha puesto el dinero? ¿quién recibirá lo ingresos? Terra Mítica.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.