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Suecia cree que Wallenberg puede estar vivo

¿Caso cerrado? Todavía no. Diez largos años de investigación por una comisión ruso-sueca no han permitido llegar a una postura común sobre el trágico destino del diplomático Raoul Wallenberg. El rastro de éste, que salvó a miles de judíos de los campos de exterminio nazis, se pierde en las siniestras celdas de la policía política soviética después de su detención por el Ejército Rojo en enero de 1945, en Budapest. Ayer, la parte sueca rechazó la versión rusa de que Wallenberg fue ejecutado en 1947 por el NKVD de Josif Stalin, precursor del KGB. 'Mientras no haya pruebas inequívocas', afirmó el primer ministro, Goran Persson, 'no se puede admitir que esté muerto'.

Cada país hizo públicas ayer sus propias conclusiones. El comunicado conjunto sólo constata que los investigadores rusos y suecos no están de acuerdo sobre la suerte que corrió el diplomático, perteneciente a la más poderosa familia de industriales de su país (neutral en la II Guerra Mundial) y que contaba 32 años cuando fue detenido en la capital húngara junto al conductor de su vehículo, Vilmos Langfelder, que presumiblemente corrió su misma suerte.

Rusia quiere dejar zanjado el asunto de una vez por todas. La Fiscalía General reconoció oficialmente el 22 de diciembre que Wallenberg fue capturado ilegalmente y, con desprecio total de su inmunidad diplomática, sin que mediase acusación alguna, fue tratado como 'socialmente peligroso' hasta su muerte en una prisión soviética a mediados de 1947. En consecuencia, se le aplicó la ley para la rehabilitación de las víctimas de la represión política, aprobada a fines de 1991.

Tiro en la nuca

Alexandr Yákovlev, gran impulsor en tiempos de Mijaíl Gorbachov de la glasnost (transparencia informativa) y presidente de la comisión creada al efecto, aseguró en noviembre que, 'sin ningún género de dudas', Wallenberg fue ejecutado en 1947, probablemente de un tiro en la nuca, en una celda de la Lubianka, la sede central del NKVD, en la plaza moscovita del mismo nombre. Según Yákovlev, se lo contó el mismísimo jefe del KGB Vladímir Kriuchkov, uno de los golpistas de agosto de 1991.

Pero una cosa son las palabras y otra los hechos comprobados, sobre todo cuando los documentos clave se han esfumado, en un intento evidente de borrar pistas. La parte sueca pone especial énfasis en la ausencia de un certificado de defunción y en testimonios e indicios aislados que situaban a Wallenberg en campos de concentración del terrible archipiélago Gulag estalinista mucho después de la fecha teórica de su muerte.

Susan Ellen Mesiani, asesora de la comisión conjunta, considera muy significativo el hecho de que los familiares del diplomático sueco fuesen invitados en octubre de 1989 a recoger los objetos personales de éste. Según ella, la burocracia soviética solía cubrir este trámite en un plazo de seis meses tras la muerte de los detenidos. Esto mismo coincide con informes citados por Reuters según los cuales estaba en ese año en un hospital psiquiátrico. De vivir, Wallenberg tendría hoy 87 años. El poder soviético es responsable de lo que le ocurrió a Wallenberg, y Persson lo recalcó ayer. Pero no eludió la parte de culpa que corresponde a las autoridades de su país que, al parecer, rechazaron propuestas rusas para canjear al diplomático por varios espías.

El jefe del Gobierno lamentó ayer la falta de energía y decisión de que se hizo gala y pidió a los familiares del Schindler sueco perdón por estos 'errores'. La única forma de repararlos es seguir luchando para que se haga la luz. Mientras tanto, al menos para Suecia, Wallenberg sigue oficialmente vivo y el caso está abierto a nuevas revelaciones. Como las que ayer hizo públicas la agencia rusa Interfax tras examinar documentos de la comisión que preside Yákovlev. En ellos se refleja que el diplomático escribió en 1946 una carta a Stalin desde la celda 203 de la prisión moscovita de Lefortovo.

Dos científicos, un diplomático y un agente de la Gestapo alemanes, compañeros de cautiverio, coincidieron en declarar que se comunicaron con Wallenberg mediante golpes en las paredes de las celdas, y en que éste se negó a hablar en los interrogatorios y exigió entrar en contacto, sin éxito, con la legación sueca en Moscú y con la Cruz Roja. La declaración de Persson, el comunicado conjunto y los informes de cada país pueden consultarse (en inglés y sueco) en la siguiente dirección de Internet: www.utrikes.regeringen.se. Y, en ruso, en www.mid.ru y www.sweden.ru

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