Pombo trata de 'recontextualizar' la homosexualidad y el cristianismo
'El cielo raso' recuerda a los representantes de la Teología de la Liberación
'Si el cristianismo no quiere convertirse en una rareza sectaria debe aceptar cosas tan comunes como la homosexualidad', afirmó el escritor, quien reconoció 'ciertas similitudes' entre la trayectoria de uno de los protagonistas y su propia biografía.
Pombo ha puesto en marcha una trama protagonizada por dos hombres, dos primos carnales llamados Gabriel Arintero y Leopoldo de la Cuesta, cara y cruz de una misma moneda. Gabriel es homosexual y cristiano y no comprende el rechazo de la Iglesia, lo que le provoca momentos de crisis. Después de un periodo de ensimismamiento, Arintero descubre 'la generosidad' tras una estancia en El Salvador, donde conoce a los jesuitas de la Universidad Centroamericana (UCA), estandartes de la Teología de la Liberación. Leopoldo, por su parte, se va convirtiendo en un ser solitario al ser incapaz de aceptar que su ahijado, a quien ha tenido a su cargo durante una década, se convierta en un individuo independiente: 'Es el personaje opuesto a Arintero porque no acepta a los demás como fines en sí mismos, sino como medios'.
El nuevo 'objeto pómbez' es 'una llamada a los hombres a mirarse cara a cara para que construyan la gran utopía de hacer un mundo mejor', en palabras de Pombo. Una utopía con una larga tradición que en versión contemporánea estaría representada por la Teología de la Liberación, un movimiento integrado por unos hombres -Ignacio Ellacuría, asesinado en la UCA en 1989 junto a cinco jesuitas más, Jon Sobrino, Alfonso-Carlos Comín...- que trataron y tratan de conjugar el cristianismo y el marxismo.
'Hay ciertas similitudes con mi propia biografía', afirmó Pombo, quien matizó que éstas no son más abundantes que en otros libros anteriores. 'Me parece más interesante pasar de la anécdota a la categoría', añadió, pero tanto él como Gabriel Arintero pasaron por dos momentos de crisis parecidos.
'En mi más tierna infancia no entendía por qué mi relación con Dios, con Jesús de Nazaret, tenía que estar mediatizada por mi condición homosexual'. La segunda tiene que ver con 'ser un buen homosexual': 'En un primer momento, Gabriel es un mal homosexual porque no se abre a los demás. Ser un buen homosexual no significa tener una pluma que te la pises, sino querer a la gente'. A pesar de ello, agregó que 'el miedo a los afectos' es común entre homosexuales y heterosexuales 'porque se han deteriorado tanto las relaciones que las personas se han convertido en máquinas de follar'.
Babelia
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