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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Trenes que vuelan

El tren de alta velocidad (AVE) permitirá viajar entre Madrid y Valencia en hora y media, y en unas dos horas, entre la capital y Murcia, Alicante o Castellón. El ministro de Fomento y los presidentes de las comunidades de Valencia, Murcia, Castilla-La Mancha y Madrid han alcanzado un acuerdo para iniciar las obras a tiempo para poder acceder a los fondos de la Unión Europea.

Para ello, el valenciano Zaplana -que, al igual que en el caso de la autovía, ha defendido siempre la solución que permita iniciar las obras cuanto antes- ha cedido ante José Bono, interesado en que el AVE pase por las cinco capitales de su comunidad y en que los primeros tramos de la obra sean los que partan de Albacete: hacia Murcia y hacia Cuenca. El acuerdo también garantiza que el presidente de Castilla-La Mancha no se convierta en el abanderado de reclamaciones ecologistas que retrasen el proyecto.

Las distancias ya no se miden en kilómetros, sino en horas y minutos (según dijo hace muchos años Indalecio Prieto), y de ahí la recobrada ventaja del ferrocarril, que comunica las ciudades de centro a centro, sin la pérdida de tiempo que supone el desplazamiento a aeropuertos cada vez más alejados. Por ello, los trenes, que parecían el pasado, se perfilan como un elemento fundamental en la vertebración territorial del futuro.

La red ferroviaria de los trenes con máquinas de vapor vertebró internamente a la España todavía predominantemente rural del último tercio del siglo XIX y quedó básicamente ultimada hacia 1920. Ahora, la alta velocidad repite la estructura radial, con el complemento del corredor mediterráneo y con la perceptible ausencia de una línea que comunique Madrid con el Cantábrico, decisión motivada en parte por la opción de establecer por Cataluña la conexión con la red francesa de alta velocidad.

Esta decisión configura un mapa de alta velocidad en el que un eje Sevilla-Girona divide a España en dos mitades claramente diferenciadas. La antigua dicotomía entre la España húmeda y la seca, ¿se convertirá en una división entre la España rápida y la lenta?

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