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André Ricard anima en su último libro a rebelarse contra los objetos inútiles

Forman parte del paisaje. Decenas de electrodomésticos viejos, oxidados, que alguien ha tirado en la cuneta de una carretera formando unos cementerios incontrolados de objetos que, seguramente, en muchos casos aún podrían haber sido de utilidad. André Ricard (Barcelona, 1929) lo considera 'polución objetual' y lleva años clamando para que se tomen medidas. 'Es un problema de todos y, desde luego, la mejor manera de evitarla sería no comprar estos objetos', afirma. 'El consumidor tendría que negarse a ciertas cosas si realmente quiere participar en la sociedad. Es un actor, pero adopta la actitud del espectador'. De este y otros muchos problemas habla en su libro La aventura creativa. Las raíces del diseño (Editorial Ariel), una revisión actualizada de su histórico Diseño ¿por qué?, publicado en 1982, que ya llevaba años agotado, aunque, explica orgulloso, era de los más fotocopiados en las bibliotecas de las esculeas de diseño.

'Pensamos que este ensayo sobre lo que es el diseño y la creatividad podía seguir teniendo un interés', explica André Ricard, uno de los diseñadores con más prestigio del país y, entre otros cargos, presidente de la ONG Design for the World, con la que pretenden conseguir una red de diseñadores voluntarios para solucionar problemas prácticos con los que se encuentren asociaciones humanitarias.

'En el nuevo libro he aclarado y simplicado el lenguaje, se han añadido ilustraciones y, además, se ha actualizado porque hay nuevos datos'. El libro analiza la manera en que el hombre ha ido creando y mejorando los objetos que le permitían controlar su habitat, pero también puede interpretarse en gran medida como una advertencia de cara al futuro.

'Los países tendrían que utilizar la tecnología que son capaces de inventar', afirma. 'Antes las innovaciones llegaban despacio y daba tiempo a que la sociedad fuera adaptándose. Ahora todo llega de la noche a la mañana, como los virus, que también se contagian más rápido. Puede parecer retrógrado, pero creo que es peligroso que se utilice una tecnología de la que no se conocen las consecuencias'. En estos momentos, uno de los discursos teóricos que más le interesan a André Ricard es el de José Bové, el agricultor francés famoso por su cruzada contra la globalización. 'No sé si la gente lo escucha mucho, pero me parece muy inteligente y me gustaría que se prestara más atención a lo que dice', señala Ricard. 'La globalización ahora quiere decir sólo homogenización y pobreza cultural'.

Y es que, asegura, los gobiernos no tienen el más mínimo interés en arreglar estos problemas. 'Con los trasgénicos y lo de las vacas locas, por ejemplo, somos como aprendices de brujo. Sepamos primero que hay detrás de todo esto y después veremos si nos interesa aplicarlo. Ahora padecemos muchos efectos secundarios nocivos de las cosas porque se tiene la idea y se lanza el producto sin pensar en las consecuencias. Es la filosofía del usar y tirar, del máximo beneficio a corto plazo, y eso supone mucho consumo de materias. En fin, lo que yo digo lo puede decir cualquiera, pero hacemos el avestruz'

El diseño no es, en sí mismo, el responsable de estos desmanes. 'Aquel diseñador al que la empresa consultaba ya no existe. Ahora al diseñador se le pide que resuelva algo que otras personas han decidido por razones de mercadotecnia. No hay un deseo de perfección que exigiría tiempo. No hay tiempo para pensar de forma tranquila y serena cómo tiene que hacerse una obra. Todo tiene que ser rápido, y eso va en detrimento de la calidad'.

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