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Dos atentados en Israel ponen a prueba la voluntad negociadora del Gobierno de Barak

De la esperanza de la tarde del miércoles a la realidad de la mañana del jueves, el trecho es muy corto en Oriente Próximo. Dos atentados en Tel Aviv y la franja de Gaza, en los que murieron dos israelíes, volvieron a poner en riesgo la delicada ingeniería del plan de paz presentado por el presidente Bill Clinton. El primer ministro israelí, Ehud Barak, quien se juega además su cargo en las elecciones anticipadas, ordenó el bloqueo inmediato de Gaza y de amplias zonas de Cisjordania. La Autoridad Palestina considera que estas medidas representan en realidad un castigo a toda la población.

Manifestación espontánea

El atentado de la franja de Gaza tuvo lugar cerca del paso fronterizo de Sufá, donde, alrededor de las cuatro de la tarde (una hora menos en la Península), estalló una carga explosiva que mató a un israelí e hirió a otros tres. Los heridos fueron evacuados de inmediato en un helicóptero y trasladados a un hospital de Beer Sheva, la localidad más próxima, en el desierto del Néguev, al sur de Israel. Uno de los heridos falleció poco después. El grupo radical palestino Yihad Islámica, menos numeroso pero más violento que el Movimiento de Resistencia Islámica Hamás, reclamó la autoría del ataque.Unas horas antes, pasada la una de la tarde (una menos en la Península), estalló una carga explosiva en un autobús de línea en una de las zonas céntricas de Tel Aviv, junto a un salón de fiestas llamado Recital. Aunque este atentado fue menos grave, por sus consecuencias (causó heridas graves a una joven soldado, y de menor consideración a otras 12 personas), tiene un mayor impacto político. De hecho, el primer ministro israelí, Ehud Barak, ordenó de inmediato el bloqueo de los territorios autónomos.

La carga explosiva, de fabricación casera, fue colocada dentro de una caja -según los primeros indicios, por un palestino- en los asientos traseros del autobús, el número 51 de la empresa Dan, y estalló cuando pasaba por la carretera de Pétaj Tikvá.

"Yo estaba en la parte delantera del autobús, y primero vi una llamarada; enseguida oí gritos y después todos intentamos huir", relató uno de los pasajeros heridos. "Cinco minutos después, cuando el autobús estaba vacío, oímos otra explosión, pero no vimos fuego", añadió.

El lugar del atentado se llenó de manchas de sangre y de cristales rotos, y del autobús salían intensas columnas de humo. Pocos minutos después hubo una manifestación espontánea de ciudadanos israelíes indignados."Ahora seguro que al terrorista le darán comida en el hospital y lo curarán de las heridas", vociferó uno de los manifestantes. "Barak convierte todo el país en una sopa" [en hebreo se dice marak, que rima con el nombre del primer ministro], gritó otro.

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"El vil atentado de Tel Aviv contra ciudadanos inocentes es un nuevo y criminal intento de extremistas que sienten que tal vez estemos a punto de alcanzar un acuerdo para poner fin al conflicto [palestino-israelí], y tratan de obligarnos a volver atrás y a desesperar", afirmó Barak. "Pero no debemos perder la esperanza, la determinación ni la firmeza de lograr una seguridad de verdad poniendo fin al conflicto", aseguró el primer ministro israelí.

Aunque el grupo integrista palestino Hamás no reivindicó de manera oficial el atentado de Tel Aviv, uno de sus portavoces afirmó que "constituyó una respuesta a la continuada agresión israelí".

El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, autor del último plan de paz que está sobre la mesa de negociaciones, condenó el atentado, pero reiteró su optimismo al decir que esta vez israelíes y palestinos se hallaban muy próximos al acuerdo final.

Fuentes de los servicios secretos del Ejército israelí

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