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Tribuna
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Herodes

Habrá que convenir en que la tesis que sostiene la película Matrix parte de una base sólida. Es decir, que existe un universo paralelo en el que se cuece cuanto nos ocurre, y que el otro, aquel en el que creemos vivir, no es más que una fantasía virtual.Ejemplos de fantasías virtuales que percibimos como auténticas: la felicidad que, en Navidad, inunda al orbe; las alegres inocentadas del 28 de diciembre; el plan de paz de Clinton para Israel y los palestinos; la posibilidad de que el Ejército eche una mano humanitaria en asunto de los inmigrantes que llegan a nuestro Sur; Internet cambiará nuestras vidas.

Si no fuera porque al portal de Belén donde nació el Salvador sólo se accede bajo vigilancia de soldados palestinos. Si no fuera porque las inocentadas que gastamos ignoran que en tal día como hoy se conmemora precisamente una matanza de niños. Si no fuera porque el plan será de paz pero no es de justicia, y con cuatro millones de palestinos mantenidos en la diáspora no habrá paz en Oriente a medio ni largo ni quizá a corto plazo. Si no fuera porque no veo qué tiene de humanitario poner parches en la inmigración sin desinfectar y curar antes la herida.

Y en cuanto a Internet: ese empleado de la internáutica compañía bostoniana que, pertrechado con armas de verdad, irrumpió en la empresa y se llevó por delante a un puñado de colegas, no parece haber asimilado en lo más mínimo las virtudes de la virtualidad, como lo demuestra el hecho de que, a la hora de vengar la afrenta o airear la neura, no se limitara a expandir un virus del ordenador por los confines. No, amigos. El tipo sabía muy bien que el ojo por ojo sigue cobrándose seriamente gracias al viejo fusil de toda la vida, y no a través de una niñería como el I Love You.

De entre todos los cuentos que se nos narran estos días para facilitarnos la digestión, ninguno más cruento que el que pretende que mejoramos sólo porque hemos aprendido a reírnos cada vez que celebramos el Día de Herodes. Como si el tipo no merodeara en torno a nosotros. Como si no representara lo verdadero real, frente a la falacia de que avanzamos simplemente porque la ciencia y la técnica mejoran. Esté donde esté, seguro que sonríe, al ver que no cesaron las matanzas.

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