Jordi Cervelló, el acto creativo
"El acto creativo es egoísta; se escribe por necesidad de expresar alguna cosa y la comunicación con el público llega si lo haces bien". Ésta es una frase del compositor barcelonés Jordi Cervelló (1935) recogida en una entrevista. Y es que Cervelló no es un ser egoísta, pero sí es un creador que compone por necesidad y no pensando en la respuesta del público. Su vida, su obra, su aportación al violín español del siglo XX y el estudio detallado de tres de sus partituras son objeto de análisis del libro Jordi Cervelló, que acaba de publicar el Departamento de Cultura de la Generalitat en su colección Compositores catalanes.Cervelló empezó a estudiar violín, instrumento al que ha dedicado muchas de sus partituras, cuando tenía seis años, y, tras perfeccionarse en Milán y en el Mozarteum de Salzburgo, un accidente de coche truncó en 1960 su carrera de concertista. Fue a partir de entonces cuando decidió dedicarse a la composición. No concebía su vida al margen de la música.
La obra Dos moviments para orquesta de cuerda (1965) determinó su carrera como compositor. Partituras para orquesta sinfónica, para orquesta de cuerda, para instrumento solista y orquesta, para conjunto de cámara, violín y piano, violín solo, viola, violonchelo, para piano, órgano, clarinete, guitarra, voz, coro y bandas sonoras. En total, más de 60 partituras de un compositor sin concesiones.
