Perfumito gabacho a 10 pesos
Un "ventilador"
OMR encabeza la lista de espacios que albergan la nueva creación contemporánea mexicana en el D.F. Fuera de ese pequeño circuito, la vida sigue ofreciendo un tráfago de gente, bellezas, mestizaje, niños y vendedores ambulantes de toda clase de mercancías que constituye un gran espectáculo de la diversidad, un arte povera y verité que a la vez sirve de inspiración a los artistas y manda al carajo la cacareada unidad del español. Primero hay una rubia descapotable que se baja de un coche despampanante, y en la calle Órgano trabajan decenas de "mujeres de la vida galante", mientras la calle Allende y sus adyacentes, apodadas las Calles de la Muerte, son un puro zócalo todo a 100.
Es la fiesta de los rótulos y los anuncios: se ofrecen clases de yoga familiar, fotocopiadoras que hacen "tesis en 8 horas", un cartel en un bar que pone "gracias por no toser mientras fumamos", al lado aparca la camioneta de la Compañía de Luz y Fuerza, varios pregoneros vocean sus tacos entre decenas de policías con metralleta, jugos naturales y relojes, un carromato que dice "reparo y tapiso sillas de ofisina", lentes y gorros de Halloween todo el año, antenas de TV a 15 pesos (300 pesetas), guantes y toallas y sostenes al peso, tiendas de mayoreo y menudeo, ropa de la Barbie también al peso...
Almacenes Chispi vende perfumito gabacho (gringo) a 10 pesos, espejos mágicos y no, uniformes escolares de segunda mano, helados congelados, "todo para el bautizo". Y si no hay fábricas de paliacates, calcetines y tirantes, hilazas y encajes, o altoparlantes que escupen corridos de la Revolución, y voceadores de prensa que cantan: "Tres ejecutados. Los tiraron al suelo y ¡pum, pum, pum!".
Los carteles municipales advierten: "Estás caminando sobre el Patrimonio Cultural de la Humanidad declarado por la Unesco. Tú ya eres historia".
Debajo hay botones y fantasías, gomaespumas de colores y otro altavoz que grita: Yo sé bien que estoy afuera, pero el día que yo me muera...", y aparcacoches que cobran "un ventilador" (20 pesos), y una tienda llamada Alcachofa Republic, y una farmacia homeopática que ofrece: "Baje de 4 a 8 kilos en un mes", y otro titular de prensa: "Secuestran a ricachón". En la Farmacia de Dios venden cigarrillos, menos mal, y se llega a la Plaza de Armas, el Zócalo, punto y aparte. Si el viajero tiene suerte y es Día de Muertos, resulta que la Plaza de Armas es un cementerio inmenso lleno de tumbas y de arena negra.
Y cruces y velas, y deudos llorosos y deudas alegres, y muchos borrachos a primera vista, y la televisión entrevistando a muertos y vivos, bajo un cartelón que anuncia: "El panteón de todos y de nadie". Y un epitafio grouchiano: "Aquí yaces, y haces bien. Tú descansas, yo también".
En la Plaza Garibaldi por la mañana sólo hay algunos mariachis gordos entre los restos de basura ejerciendo de flamencos antiguos a la busca de señoritos ricos para una fiesta.
Babelia
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