El cerco del Ejército israelí sobre Belén vacía de peregrinos la celebración de la Nochebuena
Belén celebró la misa de Nochebuena bajo el cerco de las tropas del Ejército israelí. El presidente palestino Yasir Arafat presidió la única ceremonia religiosa de estas Navidades, a la que acudieron cerca de 1.500 invitados que llenaron al completo la basílica del Nacimiento; en el exterior, la más absoluta soledad: el viento, la lluvia y el frío se aliaron con las fuerzas militares de Israel y lograron dejar la ciudad desierta y vacía, sin apenas visitantes. De este modo, el Gobierno de Israel prolongaba el castigo contra esta ciudad palestina por su participación desde hace tres meses e la nueva Intifada.
Horas antes de la Misa de Nochebuena, un portavoz del Ejército israelí trató de justificar las masivas medidas policiales impuestas sobre Belén; alegó que "razones de seguridad" impedían levantar el cerco a la ciudad y permitir el libre acceso de turistas y peregrinos. En las palabras de este militar se encontraba implícito un mensaje claro, mediante el que se recordaba a los habitantes de Belén, y en especial a los de los barrios cristianos de Beit Sahuur y Beit Yala, cuál es el precio a pagar por su participación activa en los últimos meses en ataques armados contra los asentamientos judíos situados en las proximidades de Jerusalén.Este castigo no impidió, sin embargo, a las autoridades cristianas, amparadas en el estatuto diplomático, acudir a la cita de cada año a Belén y participar en la Misa del Gallo. La ceremonia religiosa fue celebrada por el patriarca latino Michel Sabbah y presidida por el presidente Yasir Arafat, quien después de una larga reflexión decidió acudir a la ciudad del Nacimiento, como cada año, a pesar de sus temores a abandonar su residencia-fortaleza de Gaza, donde vive prácticamente encerrado desde que se inició la Intifada.
El líder de la OLP tomó sus precauciones para viajar a Belén, en la región de Cisjordania; acudió solo, sin la compañía de su esposa Suham, y lo hizo en helicóptero desde Ammán, para evitar el territorio de Israel, donde los servicios secretos palestinos no le pueden garantizar la protección. Arafat vive atemorizado ante la posibilidad de sufrir un atentado del Mossad (servicio secreto israelí), como los que se vienen sucediendo desde hace varias semanas contra destacados líderes de la Intifada.
"Somos cristianos en una sociedad palestina, que reclama su libertad", aseguró el patriarca en la homilia de la misa de Nochebuena. Sabbah reiteró el mensaje de resistencia: "Es el deseo de Dios es que los cristianos vivan aquí a pesar de la guerra, de la Intifada, de que nuestras casas sean destruidas y nuestros hermanos heridos o asesinados".
El calor y el aliento de la Misa de Nochebuena no consiguió llenar las calles de Belén, en las que bajo una lluvia constante y fría patrullaban en silencio y en solitario las fuerzas policiales palestinas. En el exterior estaban las israelíes, efectuando la selección de los visitantes. En medio del espectáculo sórdido de una noche vacía, parecía un contrasentido, casi una ironia del destino, un letrero de neón y hierro que se balanceaba mecido por el aire de una parte a otra de una de las principales avenidas de la ciudad y en el que se podía leer en amarillo, rojo y verde: "Feliz Navidad".
La tormenta de soledad y frío condenó ayer de nuevo a la miseria y al ostracismo a Belén, hundiendo su única fuente de ingresos, el turismo. La lluvia también se cebó con el hotel Intercontinental Jacir-Palace, el más elegante y lujoso de la ciudad, construido con la ayuda internacional en plena euforia del Milenio. En la noche del lunes, los responsables del establecimiento tuvieron que movilizar a todos los empleados para achicar el agua que entraba por todas partes inundando la primera planta, en la que una media docena de huespedes trataba de celebrar la Navidad. Este símbolo turístico de Jerusalén, que semanas atrás había logrado sobrevivir a un bombardeó israelí, sufrió su particular pesadilla de Nochebuena.
El cerco israelí sobre Belén continuó ayer, el día de Navidad. En dos días ha conseguido resquebrajar los cimientos económicos de una ciudad, con más de 150.000 habitantes, en la que muchas familias, especialmente las cristianas, por ser las más adineradas, empiezan a plantearse la posibilidad de regresar al exilio del que volvieron hace siete años, al iniciarse el proceso de paz. Las primeras deserciones se están produciendo de manera discreta, a pesar de los reiterados desmentidos de las autoridades palestinas, que aseguran que Belén no se mueve, que resistirá los embates, incluidos los de esta Navidad.
Preocupación del Papa
Juan Pablo II mostró ayer ante más de 80.000 fieles, en la tradicional homilía de Navidad, su intranquilidad por la situación que se vive en Oriente Próximo. "Pienso con preocupación en Tierra Santa, donde la violencia continúa ensangrentando el difícil camino de la paz". En la Misa del Gallo de Nochebuena, el Papa fue más preciso al pedir a palestinos e israelíes un esfuerzo para conseguir esa paz.El Pontífice fue especialmente duro con lo que denonimó "la cultura de la muerte", condenando el aborto y la eutanasia, y pidió a la Humanidad del tercer milenio que respete los derechos de la persona, "sobre todo si es pequeña y débil", y que renuncie a la violencia, las guerras y los abusos.
El Papa también expresó su preocupación por la situación de los cristianos en Indonesia, "donde nuestros hermanos en la fe pasan por una difícil situación de dolor y sufrimiento".
Juan Pablo II subrayó el empeño alentador de los que se esfuerzan para que se respeten los derechos humanos, para que crezca la solidaridad entre diferentes culturas, para que las naciones ricas perdonen la deuda externa a las más pobres y para que se llegue a acuerdos de paz entre las naciones implicadas en conflictos.
Juan Pablo II precisó que el Mensaje de Navidad va dirigido a los pueblos que en todas las partes del mundo se orientan con valentía hacia los valores de la democracia, la libertad, el respeto y la acogida recíproca a cada persona de buena voluntad, sea cual sea la cultura a la que pertenece.
Tras el mensaje, impartió la bendición Urbi et Orbi en 59 idiomas. En español dijo: "Feliz Navidad, que la paz de Cristo reine en vuestros corazones, en las familias y en todos los pueblos".
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