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Clinton niega tras reunirse con Bush que deje un país a punto de entrar en recesión

La primera fase de la transición entre Bill Clinton y George Bush terminó ayer, con la reunión del presidente saliente y el electo en la Casa Blanca. La experiencia es un grado, y Clinton estuvo más relajado y parlanchín en el encuentro con su sucesor. En una breve comparecencia conjunta ante la prensa antes de sumergirse en 90 minutos de conversaciones privadas, Clinton declaró que el mejor consejo que tiene para Bush es: "Consiga un buen equipo y haga lo que considere que es correcto". Y negó que le deje en herencia un país a punto de entrar en la recesión económica.

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Bush dijo que acudía a esa reunión "con humildad y sintiéndose honrado". Más tarde, el presidente electo sostuvo un encuentro más breve, pero aún más difícil, con Al Gore, con el que ha librado cinco semanas de una insólita batalla poselectoral.Con esas dos reuniones, Bush cerró su primera visita a Washington como presidente electo. Regresó anoche a Austin, donde hoy, en un acto con líderes religiosos negros de todo el país, intentará seguir cerrando heridas. A Bush, que intenta abrir el Partido Republicano a las minorías y acaba de nombrar a dos afroamericanos -Collin Powell y Condoleezza Rice- para los puestos clave de su política exterior, le duele el que el 90% de esa comunidad votara en su contra el 7 de noviembre. Aún más inquietante para él, la desconfianza de los negros continuaba ayer. Según una encuesta de CNN, el 54% de los blancos de EE UU cree que el político de Tejas ha conquistado "de modo limpio y justo" la Casa Blanca, pero sólo el 7% de los negros lo ve así.

La escena de ayer en la Casa Blanca fue muy curiosa. Hace ocho años, otro Bush, el padre del actual presidente electo, fue allí el anfitrión de Clinton, que le acababa de ganar las presidenciales. Bush, que en aquella ocasión también se mostró más seguro que su sucesor, le dijo a Clinton que aunque su programa estuviera centrado en asuntos domésticos, tendría que dedicar muchas horas y energías a la política internacional. "El mundo pasa cada minuto por este despacho", dijo el primer Bush.

Bush II llegó a la Casa Blanca dejando de lado los comentarios que, en alusión indirecta al caso Lewinsky, hizo durante la campaña sobre su voluntad de "restaurar el honor y la dignidad al Despacho Oval". Aunque el día anterior la votación del Colegio Electoral le había confirmado como futuro presidente de EE UU -por los previstos 271 compromisarios, uno más del mínimo necesario-, el hasta ahora gobernador de Tejas expresó su agradecimiento a Clinton y declaró: "Estoy aquí para escuchar cualquier consejo que tenga que darme".

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Con los ojos de EE UU puestos en la decisión sobre tipos de interés que adopte la Reserva Federal (y que finalmente fue pospuesta para una próxima reunión), Clinton negó que esté dejando a Bush una economía que entra en una fase de recesión. Por el contrario, predijo que EE UU seguirá creciendo, aunque a un ritmo del 2,5%, la mitad que durante los últimos años.

Los datos difundidos ayer confirmaron esa desaceleración. La subida de los tipos de interés impulsada por el presidente de la Reserva Federal,Alan Greenspan, en los dos últimos años ha hecho efecto y las ventas navideñas se sitúan esta temporada por debajo de lo que era habitual durante la presidencia de Clinton.

Clinton, un seductor nato, estuvo muy amable con Bush. Pero su sonrisa ocultaba otro hecho: el político de Arkansas es feliz por haber recuperado la condición de líder oficioso del Partido Demócrata tras la derrota de Gore. Ya ha informado a sus amigos que piensa seguir manteniendo un pie en Washington, donde residirá su esposa en condición de senadora por Nueva York. De hecho, Hillary Clinton ya ha comenzado a buscar una mansión en Georgetown, el barrio más aristocrático de la capital.

Recién regresado de unas cortas vacaciones en las Islas Vírgenes a una ciudad donde nevaba, Gore recibió ayer a Bush en el Observatorio Naval, la residencia del vicepresidente, que el 20 de enero tendrá que dejar a Dick Cheney. Fue sobre todo un gesto para la opinión pública. La confirmación de que Gore acepta a Bush como legítimo 43º presidente de Estados Unidos y que los dos hombres desean promover un clima de unidad y reconciliación nacionales.

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