La Cámara del Libro de Cataluña celebra su centenario con una fiesta en el Teatre Nacional
Una velada en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC) sirvió ayer para conmemorar los primeros 100 años de historia de la Cámara del Libro de Cataluña, entidad que reúne a los diversos protagonistas del mundo de la edición, la distribución y el comercio del libro. La defensa del precio fijo de los libros y la crítica contra el decreto de liberalización de los descuentos en los libros de texto centraron el discurso de la presidenta de la Cámara, Blanca Rosa Roca. "Va en contra de la pluralidad", afirmó. "El libro es un bien cultural que está más allá del mercado".
"El decreto sólo nos comporta perjuicios y, como se ha demostrado en otros países, aporta pocas ventajas a los consumidores", dijo Blanca Rosa Roca, directora general de Ediciones B. La presidenta de la cámara se refirió también a la Ley de Cooperativas, que permite efectuar mayores descuentos a estas entidades. "Va contra las librerías pequeñas. Lo hemos hablado con todo el mundo, pero no hemos encontrado soluciones".Miquel Batllori, que intervino también en el acto, hizo un emotivo repaso a la historia de la cámara, cuyo aniversario comparó con el cuarto centenario de la Acadèmia de Bones Lletres, que se ha celebrado este año. Batllori, que recordó a Ernest Lluch, asesinado por ETA hace un mes, habló sobre el futuro del libro y se preguntó si "el texto digital acabará arrinconando el libro sensualmente táctil".
El Centro de la Propiedad Intelectual, creado el 6 de junio de 1900, era una asociación de carácter público y en su seno convivían editores y libreros. Los editores Salvat y Gili fueron también responsables de la conversión de esta primera entidad en una cámara del libro. Fue en 1918 cuando se creó la Cámara del Libro y de la Propiedad Intelectual, que recibió también la denominación de Oficial por orden del rey Alfonso XIII y que se estableció en Barcelona aunque tenía una delegación permanente en Madrid.
En el haber de esta primera cámara, presidida por el entonces director de la Real Academia Española, el político Antonio Maura; el catedrático de la Universidad de Barcelona Agustín Murua y el editor Gustavo Gili Roig, se encuentran los primeros catálogos bibliográficos catalanes y la instauración del Día del Libro, en 1926, que primero se celebraba cada 7 de mayo, fecha del nacimiento de Miguel de Cervantes, pero que en 1931 se trasladó al 23 de abril, conmemoración del día de la muerte del autor del Quijote y que en Cataluña, además, coincidía con la celebración de Sant Jordi.
La trayectoria de la Cámara del Libro, como la de tantas otras instituciones durante el convulso siglo XX, no ha sido precisamente plácida. La guerra civil truncó sus actividades durante unos cuantos años. Su sede, en el edificio de la patronal Fomento del Trabajo Nacional, fue ocupada por la CNT y la FAI en el año 1936. El desenlace de la guerra supuso la conversión de la cámara en un nuevo órgano centralizado, el Instituto Nacional del Libro Español (INLE). El INLE se quedó con los bienes, derechos y atribuciones de las cámaras del Libro de Barcelona y de Madrid.
La actual Cámara del Libro de Cataluña, heredera de toda esta historia -que se recordó ayer en el TNC, en un acto al que asistió el director general del Libro, Fernando de Lanzas, con la lectura de monólogos de El silenci és or, de Apel.les Mestres, por los actores Jordi Boixaderas y Lluís Soler, parlamentos y una cena fría-, nació en 1981 y su primer presidente fue Josep Menal. Organizadora de la discutida Feria del Libro de Barcelona y de la Semana del Libro en Catalán, concentra sobre todo su actividad en el control del comercio exterior. En su seno están representados los cuatro gremios del sector, el de Editores, el de Libreros, el de Distribuidores y el de Industrias Gráficas.
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