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IGLESIA DE LA CORONACIÓN (VITORIA)

Desde la vanguardia a la fe

Miguel Fisac (Daimiel, 1915) es uno de los nombres imprescindibles en la historia de la arquitectura española de este siglo. Arquitecto de una dilatada trayectoria y una obra más que amplia, sin embargo sólo cuenta con un solo edificio en el País Vasco. En compensación esta única obra es una de sus creaciones de referencia. Se trata de la iglesia de la Coronación de Vitoria (1958), en el ensanche oeste de la ciudad, que aparece citada en los principales catálogos de arquitectura religiosa de este siglo.Y eso a pesar de que es un templo nada grandilocuente, al contrario. De planta curva, tiene una superficie de 591 metros cuadrados, la idónea para el barrio en que se ubicó en aquel entonces, todavía no muy poblado. Su altura tampoco es exagerada; de hecho, la mayor parte de los edificios de su alrededor superan los 16,5 metros que alcanza el presbiterio, y qué decir de los 9,3 que tiene en el otro extremo, en el coro.

Esta actual posición de anonimato no es tal cuando se tiene la oportunidad de ver fotos antiguas, en las que la iglesia de la Coronación aparece solitaria y dominando el paisaje de los alrededores. Este dominio tuvo que ser todavía más impresionante en la Vitoria de 1958, cuando la Coronación sólo competía con otra iglesia, la de Los Ángeles, que había levantado Javier Carvajal.

Estos dos templos fueron una iniciativa del obispo de Vitoria en aquel entonces, monseñor Peralta, quien encargó a cinco jóvenes creadores los planos de sendos templos para el ensanche de la ciudad.

Sólo salieron adelante estos dos, pero mereció la pena. Así lo entienden, por ejemplo, los numeros arquitectos y especialistas nacionales y extranjeros que acuden hasta Vitoria para disfrutar de estos dos monumentos. El proyecto está basado en la idea del muro dinámico, uno de los campos de investigación que llevaba el arquitecto manchego desde principios de los cincuenta.

Considerado como uno de los mejores ejemplos del organicismo en España, el trabajo de Fisac trata de envolver al creyente, desde su entrada por el baptisterio hasta que llega al prebisterio dominante. Esta sensación la consigue con el juego de dos muros convergentes: uno curvo, envolvente, liso y de color blanco, sin ningún punto que pueda distraer la mirada del fiel, y otro muro plano, realizado en piedra de Nanclares de la Oca, y que está abierto a otras estancias, desde la sacristía a una capilla o el citado baptisterio.

El techo, realizado en planchas de madera, tampoco ofrece ningún accidente; y el suelo, en ligera rampa, colabora para conseguir esa sensación envolvente que mira siempre al altar, sobre todo en los días de buen tiempo, cuando el sol entra por las vitrinas que realizó Francisco Farreras.

Hombre de unas acusadas fe y espiritualidad, Fisac despoja el interior del templo de cualquier adorno: la imaginería se reduce a un espléndido Cristo, con el cuerpo y la cruz realizados en una sola pieza por Pablo Serrano, y a una Virgen coronada románica, procedente de una ermita de la provincia de Álava.

Hasta hasta el Concilio Vaticano II el altar era de un bloque de mármol gris ubicado justo debajo del Cristo de tal manera que el oficiante tiene una sensación intimidante. Los cambios en el ritual transformaron esta escenografía y fueron paralelos a la invasión de edificios en el barrio, pero la iglesia de la Coronación todavía mantiene su originaria capacidad de atracción espiritual.

Perfil

La iglesia de la Coronación es uno de los mejores ejemplos del llamado 'muro dinámico', pero no es la única obra señera de Miguel Fisac que diseñó, entre otros edificios destacables: la Casa de Cultura de Cuenca, el Instituto Cajal o los Dominicos en Madrid.

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