La presión internacional cierra hoy Chernóbil
Los trabajadores de la central y el Parlamento ucranio ponen trabas a la clausura el último día
)Leonid Kuchma dará este mediodía desde Kiev una orden histórica al director de la central nuclear de Chernóbil, Vitali Tolstogónov: desconectar el reactor número 3. Ayer, durante la visita a la central del presidente ucranio, se produjo ya un cierre experimental, a beneficio del ilustre visitante, pero se esperaba que el reactor volviera a ponerse en marcha por la noche, para no echar a perder la solemne ceremonia de hoy.Hasta el último momento, Leonid Kuchma ha tenido que escuchar críticas de los trabajadores de la central, que temen quedarse sin empleo, y del Parlamento ucranio, que pidió simbólicamente ayer que la clausura se pospusiera hasta abril. El presidente, no obstante, insistió en que hoy cumpliría su compromiso de cerrar la central, contraído con Estados Unidos y diversos organismos internacionales. La ayuda exterior para ayudar al desmantelamiento de la central y para la construcción de dos nuevos reactores nucleares ha sido determinante para que Ucrania aceptara cerrar hoy Chernóbil.
La central está sin producir energía desde el pasado día 6, cuando se produjo un escape de vapor radiactivo. Días antes, cortes en el tendido eléctrico causados por vientos huracanados habían obligado a desconectar el reactor de la red de suministro.
Alexandr Andrópov, jefe de taller del reactor, casi chafó ayer la visita de Kuchma a la planta al asegurar en su presencia, y en público, que los especialistas más cualificados abandonarán la central tras el cierre y que, sin ellos, "toda esa suciedad" (radiactiva, se entiende) estará fuera de control.
Poco antes, el presidente, al que acompañaban los primeros ministros de Rusia y Bielorrusia, había firmado en el libro de honor de Chernóbil, al igual que su jefe de Gobierno, Víktor Yushenko. Luego anunció a los cuatro vientos que dejó allí bien claro, escrito negro sobre blanco, que controlará personalmente el día siguiente.
Especial atención, señaló, prestará a la resolución de los problemas sociales de los trabajadores y sus familias. No llegó a prometer que no se tocarán los sueldos ni se dejará a nadie en el paro. No habría sido fácil que le creyeran. Menos que nadie los técnicos con los que se reunió en la sala de control, la mayoría de ellos con brazaletes negros, símbolo de su rechazo rotundo a la muerte programada de la central y que le hicieron llegar, según él mismo dijo, "muchas palabras amargas ante las que no cabía réplica". Pese a ello, se mantuvo en sus trece: la decisión es "acertada" y, a partir de hoy, "la gente podrá dormir más tranquila".
"Ucrania", dijo Kuchma, "nunca ha ido por el mundo con la mano tendida como si fuese un pedigüeño, pero no puede asumir sola las consecuencias de cerrar Chernóbil. Estoy seguro de que el mundo nos ayudará". Hay que hacer más seguro el sarcófago y extraer 200 toneladas de combustible nuclear. En esas condiciones, concluyó, la central no puede funcionar. Pero también a él le queda mal sabor de boca: "Hoy es un día muy triste".
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