Los vascos en Terranova
La lengua vasca era hablada en las costas de la desembocadura del río San Lorenzo al océano Atlántico en Canadá y en la cercana gran isla de Terranova en el siglo XVI. Cuando llegaron los exploradores franceses, los autóctonos indios beothuk se dirigieron a ellos en un vasco modificado. Muchos de los nombres actuales de ciudades y otros lugares de Terranova son de indudable origen vasco. La ciudad Port-aux-Basques se encuentra ya en mapas de 1612; Port-au-Choix es una desfiguración de Portuchoa, "puertecito"; Ingonachoix (Aingura Charra, o "mal anclaje". Y por supuesto la primera capital de la isla, Placentia, lugar espectacular de belleza incomparable, con homónimos diseminados por Euskal Herria e Iberia. Los vascos tuvieron intercambios comerciales de pesca, culturales y posiblemente genéticos desde al menos 1540 con los amerindios de Terranova. Está documentado que hubo intercambio de personas con fines didácticos y finalmente comerciales.Si bien sólo ahora se está estudiando la genética y paleohistoria de la isla, tuve personalmente la desagradable sorpresa en una visita reciente a la isla de ver cómo se ignoraba allí totalmente la presencia pionera vasca. Todos los documentos al alcance del visitante sólo hablan de las expediciones inglesas y, de pasada, de las francesas. Hasta tal punto nos pareció lamentable la falta de referencias vascas en la historia oficial de Terranova, que, al final de una ponencia de inmunogenética que yo hube de impartir, pedí permiso al moderador para enseñar a la comunidad científica internacional presente, sobre un mapa, el área de la isla donde se hablaba el vasco modificado por los indios beothuk hacia 1600 y del rincón de Europa (Euskal Herria) origen de los marinos visitantes. Posteriormente tuve la oportunidad de conocer el sitio arqueológico beothuk Russell Point, en las orillas del Lago Dildo. De este sitio se había recogido gran cantidad de cerámica ibérica, sin duda fruto de los intercambios con los vascos, aunque en las explicaciones de los pequeños museos de la zona se ignoran totalmente las referencias vascas. El mismo director de las excavaciones se sorprendió, aparentemente, de la relación euskaldún con la isla, a pesar de la cantidad de objetos ibéricos que él y su equipo estaban encontrando en los yacimientos amerindios.
Todo lo anterior nos lleva a preguntarnos, en primer lugar, si no es ya muy necesario un acercamiento más estrecho entre arqueólogos y lingüistas. Y también con genetistas, desde luego. Hay que dar cuerpo a la genómica histórica para lograr un mínimo de objetividad en los muy frecuentemente distorsionados episodios históricos. ¿Y de la lingüística? Desgraciadamente, ésta es una ciencia envuelta en un fuerte dogmatismo especulativo que ya viene durando mucho tiempo. Solamente estudiosos ajenos a esta ciencia han sido capaces de descubrimientos importantes en los últimos tiempos. Por ejemplo, la relación de lenguas europeas clásicas con el sánscrito fue establecida por el abogado inglés Jones en Calcuta; también, el desciframiento del antiguo cretense Lineal B fue efectuado por el arquitecto Ventris. Asimismo, se hace necesaria una revisión de métodos y entrar de lleno en una lingüística experimental que, con la ayuda de la genética, es ahora posible. De este modo, nosotros hemos identificado, junto con Jorge Alonso, unas relaciones entre lenguas y gentes antes ocultas (vasco, ibero, etrusco, bereber, egipcio).
Una segunda parte aún más importante es la del problema de la falsificación de la historia en sus múltiples facetas. Uno mismo no lo cree hasta que no se encuentra cara a cara con ello, como es el caso del descarado falseamiento del aculturamiento europeo de Terranova. ¿Quién va a hacer valer a los vascos como protagonistas pioneros de la europeización de Terranova? Se habla del País Vasco de un modo muy negativo, resaltando opiniones y noticias, con o sin razón, siempre desagradables. Esto ha calado hondo en España y fuera de ella, y al final todos lo pagaremos al encontrarnos en una situación de rechazo mutuo irreversible. ¿No eran vascos muchos de los que se cantan como conquistadores españoles de América? ¿No han sido los vascos los que, contra viento y marea, han guardado a lo largo del tiempo en Occidente una lengua que quizá nos pueda dar importantes claves escondidas de la historia?
No es extraño que se desconfíe de una normalización de la historia y también de que se cometan disparates localistas de omisiones y distorsiones, en una revancha que, tarde o temprano, también se volverá contra quienes la ejecutan. Por eso, la historia y la lengua deben de apoyarse cada vez más en los modernos estudios genéticos, aportando un grado experimental a dos ciencias muy especulativas.
Antonio Arnaiz Villena es catedrático de la Universidad Complutense (Madrid).
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