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Fox incluye la paz en Chiapas en su plan para integrar a 10 millones de indígenas

Juan Jesús Aznárez

La reanudación del diálogo en Chiapas, aceptada la noche del sábado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), fue recibida "con gran alegría" por el nuevo presidente mexicano, Vicente Fox, y esa convergencia depara la mejor oportunidad de paz desde la sublevación de enero de 1994 en el empobrecido Estado del sur mexicano. Marcos y su estado mayor viajarán en febrero a la capital federal, y han recibido garantías de que no serán detenidos. "¡El EZLN ha aceptado que empecemos a negociar!", aplaudió Fox en Monterrey. "Hay energía positiva a raudales".

Encapuchado de negro, vestido de miliciano en las lindes de la selva Lacandona, y cruzándole el pecho un fusil de asalto y una canana, el subcomandante Marcos comunicó a un centenar de periodistas nacionales y extranjeros que concede al nuevo Gobierno el beneficio de la duda, y acepta su regreso al diálogo. El nuevo proceso abordará los Acuerdos de San Andrés sobre Derechos y Culturas Indígenas, firmados el 16 de febrero de 1996 por el Gobierno de Ernesto Zedillo y el EZLN. Las observaciones del Ejecutivo a la traducción en leyes de esos acuerdos, cuya incorporación a la Constitución afectaría a 10 millones de indígenas, el 10% de los habitantes de México, fueron rechazadas por Marcos a finales de ese año y quedó interrumpido el diálogo entre las partes.

"No podrá construirse una buena relación entre el Estado y los pueblos indígenas si no se resuelve de manera pacífica el conflicto de Chiapas", admitió Fox en Oaxaca, al día siguiente de ser investido presidente de México, después de 71 años de sucesivos gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), derrotado en las elecciones del pasado 2 de julio. "Digamos adiós a la guerra y abramos hoy los brazos a la paz", dijo Fox. Su primera medida como jefe de Gobierno fue acuartelar las tropas que atendían los 53 retenes instalados en las áreas de influencia zapatista: 1.500 soldados, según fuentes oficiales. El Comisionado para la Paz en Chiapas, Luis Álvarez, anticipó que "habría garantías [para los zapatistas] en cualquier lugar donde pudiera implementarse el diálogo".

Marcos ha exigido, para volver a negociar a fondo, no sólo el acuartelamiento de los retenes, también el cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, la liberación de todos los activistas del EZLN presos [el gobernador electo de Chiapas, Pablo Salazar, dijo ayer que liberaría a los presos políticos que reclame la guerrilla] y la retirada del Ejército de todas las comunidades zapatistas (259 posiciones y cerca de 40.000 efectivos). Las tropas no podrán ser sustituidas por cuerpos policiales. Cumplidas esas condiciones, se hará llegar al Comisionado para la Paz la fecha para un primer encuentro.

El viaje de los insurrectos, 24 en total, a Ciudad de México, declaró su jefe en la conferencia de prensa desarrollada a 1.100 kilómetros de la capital, ocurrirá "pase lo que pase", independientemente de que hayan comenzado o no las negociaciones de paz. Su objetivo es convencer a diputados y senadores sobre las bondades de los acuerdos firmados hace cuatro años en la población chiapaneca que les da nombre, e impulsar la aprobación del proyecto de ley redactado después por la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), integrada por delegados de los tres principales partidos nacionales: PRI; el conservador Partido Acción Nacional (PAN), al que pertenece el nuevo presidente de México, y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), de centro-izquierda. Luis Álvarez, veterano negociador por el PAN, fue miembro de esa plataforma en las fechas de la crisis.

Vicente Fox anunció el viernes, en su discurso de investidura, que enviará mañana al Congreso la síntesis de los acuerdos efectuada por la comisión parlamentaria aquel año, condición impuesta en su día por Marcos para reanudar las negociaciones. Desconfiado, el subcomandante, un criollo universitario al frente de una rebelión indígena, teme que el proyecto de ley enviado al Congreso acabe durmiendo el sueño de los justos. "Con nuestra propuesta de ir a la ciudad de México queremos señalar que no vamos a dejarla a la deriva, que vamos a hacer todo lo posible para que se complete, respetando la autonomía y la división de poderes".

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El presidente Fox "hereda toda la carga de desconfianza que construyó Zedillo en seis años y la tiene que desmontar", agregó el subcomandante, que leyó cinco comunicados y respondió diez preguntas. "No nos inspira confianza", añadió en referencia al nuevo presidente, "quien, con la cortedad de miras de la lógica gerencial, tiene como plan de gobierno convertir a los indígenas en mini-microempresarios", dijo.

Fue la primera aparición pública del insurrecto del pasamontañas, y de sus dos principales lugartenientes, en casi dos años. Enjuto, bromeó con los periodistas, jugueteó con la pipa y no comenzó a hablar hasta el arribo de todos los reporteros.

"El objetivo del EZLN es no sólo conseguir que se reconozcan los derechos indígenas, terminar la guerra y alcanzar paz", manifestó, "sino salir a hacer política como cualquier otro grupo, pero no como partido político, porque no nos planteamos la toma del poder, aunque sí como organización política para demandar del poder atención y gobierno".

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