Universidades
Después de la dimisión de Andrés Pedreño se podría pensar que a Eduardo Zaplana apenas le quedan oponentes, por lo que ya no tiene mucha más salida que medirse consigo mismo en un solitario soporífero. De hecho, puede que siempre se haya estado echando un pulso a sí mismo, a la pancarta liberal con la que envolvió su cabeza para no asustar al electorado de centro cuando las tres familias que mandan en Valencia apostaron por él. No se pueden simplificar las tensiones mantenidas entre la Universidad de Alicante y el Consell a las caricaturas que estos días esbozan los principales charlatanes oficiales, porque la retirada del rector quizá no altere lo fundamental. La Universidad de Alicante ha tenido que soportar el mayor proceso de estrujamiento político que ha recibido una institución de estas características durante la democracia, como consecuencia, en un principio, del influjo que ejerció el ex consejero Diego Such sobre el recién presidente de la Generalitat -"estamos tan compenetrados que nuestras mujeres están celosas", ¿recuerdan?-, quien logró inocularle todo su resentimiento contra quien había sido hasta hacía casi nada su compañero de campus. El encabritamiento propio del proceso se encargaría del resto, que se vería potenciado con la creación de la Universidad Miguel Hernández, desgajando de un plumazo la parte más mollar del campus de Sant Vicent del Raspeig y propagando el malestar a las otras universidades valencianas y a la Conferencia de Rectores Españoles. El presidente del Consejo Social de la Universidad de Valencia, Carlos Pascual, sabe cuánto tuvo que tirar de la manguera para rebajar un ambiente que se podía cortar como un pudin, y que, pese a todo, conserva una densidad considerable. Porque el ánimo vengativo preliminar de Such sólo se podía proyectar sobre las bases del irrefrenable intervencionismo del PP y del principio genital de que quien paga manda. Donde más pronto se le cae la pancarta liberal a Zaplana es en las relaciones con instituciones libres como las universidades. Aunque eso le permite liderar el mal rollo académico muy por encima de lo que hace su partido en el resto del Estado. Que es otro modo de estar arriba.
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