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14ª FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE GUADALAJARA

Alatriste apadrina una espectacular presentación de 'El oro del rey', de Arturo Pérez-Reverte

Carlos García Gual dirige en la feria, que se clausura mañana, un encuentro sobre novela histórica

La cuarta entrega de la serie Las aventuras del capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte, tuvo el jueves por la noche en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara una presentación espectacular, y no sólo porque la novela, El oro del rey, que ayer se puso a la venta en las librerías, ha estado en la Red a lo largo de un mes generando un récord en la edición digital en lengua española, sino porque fue introducido, de manera bastante insólita, ante un público que desbordó el aforo. El propio personaje que inspiró al autor presentó su propia versión de Alatriste.

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Resulta que el escritor se inspiró, para dar nombre a su personaje, en su editor mexicano, Sealtiel Alatriste, cuyo padre se llama igual y que además es un famoso dibujante de historietas. Apasionado desde siempre por el Don Juan y por las leyendas de capa y espada, el viejo Alatriste se decidió a pintar al personaje que lleva su nombre y ahora ha presentado en Guadalajara, al lado de Pérez-Reverte, las creaciones pictóricas que les inspiró el personaje que lleva su nombre.Al lado, pues, de esas pinturas, que están llenas de inquisidores malvados y de mujeres exuberantes, en escenas que recuerdan con realismo la ficción de la novela, y flanqueado por dos Alatristes, Pérez-Reverte explicó su filosofía de la literatura ("contar historias, interesar a todo el mundo, divertirme, aprovechar los libros para conversar con la imaginación y con el pasado") ayudado por un polémico periodista mexicano, Germán Dehesa, columnista político del diario Reforma y minucioso estudioso de toda la obra de Pérez-Reverte. Antes de que ellos dos dialogaran, el joven de los Alatriste contó la pasión de su padre, primero por la historieta, y, ahora, por el Alatriste de ficción.

Sealtiel Alatriste era uno de los dibujantes más prestigiosos del México del medio siglo y su buena fama venía de su manera de pintar a las mujeres, "hermosas, turgentes, provocadoras", y de su modo de afrontar las escenas de capa y espada. Eso, y la coincidencia de que su personaje y su nombre vayan ya unidos, además de la amistad que el autor y el editor se profesan, hizo de la presentación un acto emocionante para todos, y eso se vio. Lo dijo así Alatriste el joven: "Para Arturo y para mí es un eslabón de la ya larga cadena con que vamos construyendo nuestra amistad, nuestra hermandad cifrada de letras, ilusiones, novelas, y el sino irremediable de que nos gusten tanto las mujeres. Que esto ocurra en el primer momento en que en todo el mundo aparece la edición de El oro del rey es más que una coincidencia".

El Auditorio Juan Rulfo, el más grande de la feria, estaba repleto de un público variopinto, atraído por la ya notoria popularidad de Pérez-Reverte en México y por la inmensa popularidad de Germán Dehesa. Éste equiparó la felicidad de leer aventuras como las del autor de El oro del rey con el hecho, ayer tan sensible en México, de que se acababa "por fin, la larga dictadura del PRI". En un clima de fervor político, Dehesa siguió glosando la fecha histórica (el último día del PRI, el primero del resto de la vida) y, antes de establecer aquella comparación con la felicidad de leer, dos espectadores se levantaron de sus sillas para hacerles este reproche, a gritos: "¡Tema, cíñete al tema, acá no has venido a hablar de política!".

Con el humor que ya la gente le conoce aquí, retomó, en efecto, el tema y Dehesa empezó a hablar de El oro del rey en medio del regocijo del público: pocas veces los que asisten a las presentaciones de libros han estado delante de una presentación más original y divertida, aclamada con risas y aplausos que a veces interrumpieron la propia dinámica del acto.Las ocurrencias de Dehesa fueron tales que incluso el autor, que jugaba su papel de entrevistado en la mesa, tuvo que ahogar un ataque de carcajadas. Claro, los Alatristes de carne y hueso escuchaban tan alborozados como el público.

El punto culminante de la presentación fue cuando, como dos actores, presentador y presentado se turnaron en un alarde de memoria para recitar el más hermoso de los sonetos de Quevedo, tan presente en la serie, y cuyo "polvo serán, mas polvo enamorado" (Amar después de la muerte) desató también la ovación del auditorio.

Mientras Alatriste presentaba a Alatriste y Germán Dehesa abrumaba a Pérez-Reverte con el conocimiento exhaustivo de la historia y de la literatura que hay en la serie, en otra zona de la feria Carlos García Gual dirigía un debate sobre la novela histórica. De broma, Andrés Trapiello, uno de los participantes, comentó que acaso, tratándose de novela histórica también El oro del rey, había que indicar al público que se pasara de sala. La feria sigue hasta mañana, y ayer, que era día de fiesta en México, compartía con el propio país el júbilo civil por la nueva etapa política.

Vicente Serrano, el diseñador que se ha pasado días sudando sangre y recibiendo las críticas de uno y otros, no cabía en sí de alegría por el premio al mejor pabellón concedido a España por la Universidad de Guadalajara, tanto por su diseño gráfico como por el concepto con que ha sido construido y por su contenido. "No es costumbre que se premie a un pabellón oficial, lo normal es que el galardón sea para la mejor caseta comercial, pero por lo visto les ha gustado tanto Pabellón de España que han decidido hacer una excepción", decía Serrano.Antes desangelado y ahora lleno de vida, los visitantes se pirran por un curioso divertimento: La tertulia de Pombo, de Solana, convenientemente manipulada en cartón piedra, reúne a los grandes de las letras españolas. Allí están Lope de Vega, Calderón de la Barca, Cervantes, Quevedo y Valle-Inclán, y todos quienes quieran, que quieren todos, pueden fotografiarse junto a ellos y llevarse un bonito recuerdo.

Los buscadores de erratas han encontrado algunas muy divertidas, aunque a sus víctimas no se lo parecerá tanto, en el catálogo Libros y Letras de España. No se sabe qué malvado mítico duende de la imprenta se ha encargado de hacer desaparecer las letras i acentuadas. Así, Javier Marías se ha convertido en Javier Maras, Luis Mateo Díez es Mateo Dez y José María Merino se ha convertido en José Mara Merino. No sucede en todas las páginas, sólo en algunas. El papel es muy bueno, y las ilustraciones, excelentes.

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