"No participaré en ningún diálogo que quiera quebrar el marco constitucional"
1. Los españoles se han manifestado una vez más contra ETA, por la libertad y por la paz. El asesinato de un hombre apreciado como Ernest Lluch, cuya biografía se resume en el servicio político y el trabajo intelectual, nos recuerda la naturaleza del enemigo al que nos enfrentamos los demócratas.2. El Gobierno no solo entiende sino que comparte, se une y anima al grito unánime de los ciudadanos que exigen el fin del terrorismo.
3. Quiero recordar a todos que los terroristas quieren la constitución de un Estado totalitario del que serían desprovistos de derechos civiles quienes no comulgaran íntegramente con sus postulados. No quieren otra cosa, y sobre este punto me parece especialmente inmoral o ingenua cualquier tergiversación de la realidad. Es también el momento de recordar que hay quienes han montado su estrategia sobre el objetivo de obtener réditos políticos del anhelo de paz de la sociedad vasca o española.
4. Por eso, el Gobierno ratifica plenamente su posición. El sentido del deber, propio de un Gobierno democráticamente elegido, me obliga a no entregar a los pistoleros ni nuestra democracia ni nuestra libertad, ni las vidas de los vascos, que quedarían al albur de los designios de la banda criminal. Eso no sería paz.
5. Contra el chantaje, el terror y el asesinato no cabe más respuesta que la respuesta serena, segura y compartida del Estado de Derecho.
6. Hacer que prevalezca definitivamente la democracia plena en el País Vasco no es una tarea fácil. No hay espacios de comodidad, ni es razonable que nos engañemos con palabras anestésicas que han sido pervertidas por los propios terroristas para convertirlas en instrumentos de confusión y división entre nosotros. Y eso no podemos permitir que ocurra.
7. El diálogo y la negociación son palabras muy utilizadas por los terroristas. Están en muchos de sus comunicados. Pero no basta con quedarse en la magia de las palabras, porque es posible terminar no entendiendo nada. Considero que es un deber de honestidad política y moral dar el paso que distingue el diálogo de un demócrata de la trampa de un terrorista. Ese paso es definir los contenidos. Yo lo voy a intentar ante ustedes. He dialogado y dialogaré para recuperar el prestigio y la fortaleza de las instituciones vascas; para asegurar que todos los ciudadanos puedan disfrutar de los derechos y libertades que garantiza la Constitución; para reforzar el Estatuto como terreno común de encuentro entre los vascos; para aislar a ETA y a todos sus cómplices; para trabajar en el reconocimiento siempre inacabado de las víctimas del terrorismo y del honor a su memoria; para mejorar los instrumentos del Estado de derecho que impidan la impunidad; para promover y defender los valores de la convivencia y la pluralidad.
8. Con la misma convicción quiero decir que no participaré en un diálogo si lo que se quiere a través del diálogo es quebrar el marco constitucional y estatutario; imponer la idea de que el Estatuto está muerto; aceptar un ámbito vasco de decisión más allá del que reconocen la Constitución y el Estatuto; aceptar como pretende el nacionalismo, que hay un supuesto conflicto político que directa o indirectamente legitima al terrorismo; aceptar, como pretende el nacionalismo, que el pueblo vasco no se ha podido expresar libremente en 20 años de democracia, sólo agredida por la brutalidad de ETA; y si lo que se quiere es deslegitimar el Estatuto y la Constitución. En fin, yo no participaré en ningún diálogo si lo que se pretende es eludir las exigencias democráticas de una rectificación seria, profunda y creíble del nacionalismo que todavía se reconoce en la unidad de fines con ETA y divide a la sociedad vasca entre quienes están dispuestos a aceptar su imposición identitaria y aquéllos otros a los que condenan a ser extranjeros en su propia tierra.
9. En una democracia parlamentaria, el ámbito de diálogo es el Parlamento. Que no se diga que no hay un ámbito de diálogo entre los partidos. Eso es exactamente el Parlamento vasco, que, no lo olvidemos, representa la voluntad, hasta hoy, de todos los ciudadanos vascos. Lo que deberíamos hacer es extraer las consecuencias democráticas: los ciudadanos tienen derecho a hablar en libertad.
10. Es imposible disociar la situación política del País Vasco de la lucha contra el terrorismo. Si estamos de acuerdo en que el debate político debe centrarse en la defensa de las libertades, resulta evidente que debemos construir una alternativa política para la libertad.
11. Necesitamos un ejercicio de coraje, de claridad y de responsabilidad. Ninguna maniobra de corto vuelo debería impedir la construcción de esa alternativa de libertad que tantos vascos necesitan. Esa es la clave para combatir eficazmente el terrorismo.
12. Estamos celebrando los 25 años de un éxito colectivo. Han sido al tiempo 25 años de fracaso de un proyecto totalitario. Cada uno está en su sitio: unos defendiendo las libertades y otros negándolas con las pistolas. Todos los que lo hacen están siendo detenidos, juzgados y encarcelados. El Estado de Derecho ha triunfado hasta ahora y seguirá haciéndolo. Que nadie espere que yo contribuya a truncar este camino que hemos recorrido entre todos los demócratas.
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