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Un estudio de Emakunde muestra que persiste la discriminación sexual entre los jóvenes

Independencia

Los jóvenes vascos dicen estar seguros de que la desigualdad entre sexos es algo del pasado. Sin embargo, cuando profundizan en aspectos cotidianos de su vida comprueban que la discriminación persiste. Así, se mantiene la sobreprotección familiar hacia los chicos y la presión doméstica sobre las hijas, mientras que entre amigos se impone la escala de valores masculinos a los femeninos. En el mercado laboral, las mujeres siguen condicionadas por su condición femenina."Sólo el 30% de las mujeres tiene un puesto de trabajo", recordó Txaro Arteaga, directora del Instituto Vasco de la Mujer-Emakunde, quien ayer presentó junto a Izaskun Moyua, secretaria general de la institución, las conclusiones más relevantes del estudio Modelos y referentes de los comportamiento masculinos y femeninos en la juventud vasca. "Sigue existiendo un terrorismo de género", llegó a decir Moyua.

Para la realización de la muestra se han elegido grupos de jóvenes de entre 15 y 30 años, en un número que las responsables de Emakunde no quisieron precisar, así como sus familias y su círculo de amigos para comprobar los comportamientos sexistas.

Arteaga y Moyua rechazaron que del texto se deduzca un fracaso en las políticas para la igualdad. Por contra, la directora resaltó que en los últimos tres lustros ha habido un avance innegable, aunque reconoció que tantos años de discriminación "no se pueden resolver de un plumazo".

Arteaga incidió en que se comprueba que las chicas jóvenes "no están dispuestas a renunciar a su independencia económica", que consideran lo más importante. El problema es que no perciben que sufren una discriminación indirecta, apuntó Moyua.Las diferencias persisten en los campos educativo y laboral, donde los chicos optan por carreras universitarias con mayores salidas profesionales y proyección social mientras que sólo el 4% de las chicas elige carreras científicas o técnicas.

Las mujeres siguen empeñadas en trabajar con mayor intensidad por el cambio de modelos de comportamiento, mientras que los varones adoptan una posición más pasiva y siguen viviendo, al igual que hacían sus padres, una situación de confusión respecto al nuevo papel que toca desempeñar a los hombres.

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En definitiva, el informe advierte de que aunque los jóvenes expresan un rechazo al modelo tradicional de familia, en la vida cotidiana las chicas siguen sufriendo ese modelo en todos los ámbitos. Siguen volviendo antes a casa por la noche y deben hacerlo acompañadas, ayudan en las tareas domésticas, sólo hablan de cuestiones afectivas entre mujeres e incluso son menos activas a la hora de ligar y cuando trabajan, ocupan peores puestos y cobran menos.

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