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Alemania defiende que se elimine el derecho de veto en la Unión Europea salvo en casos excepcionales

El ministro alemán de Exteriores, Joschka Fischer, mostró ayer el rostro más europeísta de Alemania. Defendió la eliminación del derecho de veto salvo en asuntos de interés vital en la reforma que debe decidir el nuevo reparto de poder en Europa. Recordó que los votos en el Consejo de Ministros deben reencontrar, a favor de los países grandes, el equilibrio perdido frente a los pequeños, pero pareció dar por perdida a favor de estos últimos las tesis que pretenden reducir drásticamente el número de miembros de la Comisión Europea.Fischer dibujó en Bruselas, en un foro tan tradicionalmente proeuropeo como el Parlamento belga, la que será la posición de su país en la cumbre de Niza que a partir del 7 de diciembre abordará la delicada reforma del Tratado de Amsterdam. Al poner énfasis sobre todo en la eliminación del derecho de veto se alineó con las tesis del presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, que considera que ésa es la clave para que las instituciones de la UE se preparen para el ingreso de nuevos socios.

El Gobierno del canciller Gerhard Schröder siempre ha defendido la extensión del sistema de mayorías en detrimento del veto, pero su ministro de Exteriores fue ayer más preciso que nunca. Citó expresamente su disposición a pasar a mayoría cualificada "asuntos tan espinosos para Alemania como los impuestos, los fondos estructurales o las cuestiones sociales", la política exterior y los temas de seguridad interior. El veto se reduciría a los asuntos constitucionales, las ratificaciones y la defensa.

Sus palabras van a suscitar preocupación en los países más euroescépticos, como el Reino Unido o los escandinavos. Pero también levantarán recelos en Madrid, donde la oposición a eliminar el veto en fondos estructurales, fiscalidad, ordenación del territorio o medio ambiente está fuertemente enraizada.

El ministro alemán fue menos beligerante en los otros tres asuntos que se debatirán en Niza. Dio por sentado que habrá acuerdo para facilitar las llamadas cooperaciones reforzadas, el mecanismo que puede abrir las puertas a una Europa a varias velocidades de manera que los países más entusiastas avancen en la construcción europea sin arrastrar a los demás y sin que éstos les impidan hacerlo.

Pareció dar por perdida la batalla de los grandes países por reducir de manera drástica el tamaño de la Comisión Europea, aunque defendió que ésta tenga el menor número de comisarios posible con un reparto "leal y sin discriminaciones entre países grandes y pequeños". Fischer se atuvo a la ortodoxia tradicional de los países grandes en torno a la reforma del sistema de votaciones en el Consejo de Ministros. Recordó que su objetivo es reequilibrar las fuerzas entre grandes y pequeños, pero no citó directamente la exigencia alemana de ver reconocido de forma expresa su mayor peso demográfico. "Alemania recomienda dar mayor importancia al número de habitantes en la ponderación de votos sin despreciar los intereses de los pequeños Estados miembros", dijo con prudencia.

No faltó un guiño al futuro y una referencia a su histórico discurso en la Universidad de Humboldt que lanzó el debate sobre la Europa de pasado mañana. Pero se limitó a insistir en la obsesión alemana de que una próxima reforma aborde el reparto de competencias entre la Unión y los Estados miembros.

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