_
_
_
_

Arte en botella

Badalona incorpora a su circuito cultural la visita a la fábrica modernista de Anís del Mono

La fábrica de Anís del Mono, el espirituoso en cuya botella, ya sea etiqueta roja o verde, figura un simio, dicen, con la cara de Darwin, fue levantada en Badalona en 1880 por el industrial catalán Vicente Bosch y es un magnífico ejemplo de la arquitectura industrial de finales del siglo XIX.No sólo su destilería de madera, la única de estas características que se conserva en España, sino su biblioteca, las oficinas o el despacho de su fundador mantienen intacto el sabor de un tiempo estrechamente unido a la imagen que proyecta el popular cartel de una manola que acaricia a un mono. Cartel pintado por el maestro Ramon Casas y que contribuyó a difundir y consolidar una imagen de marca en un tiempo en que no había televisión.

La expectación que despertó ayer entre los badaloneses la visita a una fábrica que ha estado mucho tiempo cerrada a cal y canto y que ahora se incorpora al circuito cultural que promueve el Ayuntamiento de Badalona y el museo se explica por lo que Anís del Mono significó de palanca para la proyección exterior de la economía local y porque es uno de los escasos vestigios que se mantiene en pie del que, en un tiempo, fuera el rico patrimonio industrial badalonés.

Anís del Mono fue adquirido por Osborne en 1974. La antigua destilería lleva funcionando de forma ininterrumpida desde hace 130 años en su actual ubicación de la avenida Eduard Maristany, en primera línea de mar y junto a la estación de tren, como era de rigor cuando la vía férrea era vital para el transporte.

Corría el año 1868. El sector textil catalán atravesaba la crisis conocida como el hambre de algodón. Los empresarios emprendedores apostaron por otro tipo de industrias que con los años se convirtieron en las más características de la ciudad como la del Sucre, el Cristall o Anís del Mono.

En la marca originaria del anís no figuraba ningún primate. Fue más tarde, cuando uno de los buques mercantes que poseía la familia Bosch trajo de América un mono, que fue colocado en una jaula a la entrada de la destilería, y la clientela empezó a decir: "Voy a comprar anís a la fábrica del mono". Hasta que el dueño decidió incorporarlo a la etiqueta y a la marca.

Una botella la del Anís del Mono que ha sido reproducida por pintores de la talla de Picasso, en su obra Bodegón del Anís del Mono (1903) y en los cuadros Botella de Anís del Mono, vaso carta de juego sobre un velador y Botella de Anís del Mono, confitera y pipa, ambas de 1915. También a Juan Gris le sirvió de inspiración para su cuadro Bodegón con botella de Anís del Mono. Dalí la pintó en Naturaleza muerta viva (1956) y el mexicano Diego Rivera no sólo reprodujo la botella de moda en un bodegón sino que lo tituló Yo no miento, la ciencia no engaña, lema que figura en el pergamino que sostiene el mono-Darwin en la etiqueta de la prestigiosa y artística botella.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO
Carles Ribas

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_