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Moscú propone nuevos recortes en los arsenales estratégicos

Rusia aprovecha el periodo de incertidumbre que vive EE UU para desarrollar una política de desarme que confía en que pueda ser igualmente asumible por George W. Bush y Albert Gore. Ayer hubo dos iniciativas en esa dirección. Por una parte, el líder del Kremlin, Vladímir Putin, aseguró que está dispuesto a negociar una reducción de los arsenales estratégicos hasta una cifra inferior a las 1.500 cabezas por cada potencia, lo que debe ser compatible con que se preserve y refuerce el Tratado ABM de antimisiles balísticos. De otro lado, el jefe de las fuerzas de misiles de largo alcance, Vladímir Yakóvlev, admitió que es difícil que Washington renuncie a desplegar un escudo espacial antimisiles (lo que supondría violar el ABM), pero sugirió un compromiso: crear un registro conjunto de armas ofensivas y defensivas, de forma que, si una de las partes aumenta las de un tipo, estará obligada a reducir las del opuesto.

La política oficial rusa, reiterada en numerosas ocasiones por Putin (la última ayer), consiste en el rechazo radical de la revisión del ABM, que prohíbe expresamente sistemas como el de la miniguerra de las galaxias que defienden Gore y Bush, éste último con más ahínco. La sugerencia de Yakóvlev de crear un "indicador general" de armas estratégicas se desmarca claramente de esta posición, pero cuesta creer que el general las hiciera sin el visto bueno del Kremlin. Parece un globo sonda. Putin subrayó que es realista pensar que, de aquí a 2008, se reduzcan a 1.500 las cabezas de cada una de los dos superpotencias, y añadía que Rusia está dispuesta a considerar "incluso niveles inferiores para el futuro".

EE UU no quiere llegar tan lejos, y se inclina por la cifra de 2.500 cabezas por país. El compromiso podría sustanciarse ligando el START III (y la aplicación del ya suscrito START II) a un acuerdo sobre la reforma del ABM. Éso es lo que, si los indicios no engañan, se está cociendo en Washington y Moscú.

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