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Mujeres

Discriminación posparto

Patricia Ortega Dolz

Después de su tercer parto y de la correspondiente baja por maternidad, Enriqueta Gómez volvió a su trabajo como asesora jurídica en Red Eléctrica Española. Fue el pasado 27 de abril y aquella mañana casi nadie la saludó al entrar en su departamento. Sólo las abogadas más jóvenes y las secretarias le recibieron con un "buenos días".Cuando apenas llevaba dos horas en su despacho sonó el teléfono. El director de Recursos Humanos y le informaba de que había sido destituida de su puesto y de que pasaba a formar parte del departamento de Calidad y Procedimientos. La razón: "su insatisfacción laboral".

Pero el argumento esgrimido por la dirección de la empresa para trasladar a Keti (como la conocen sus amigos) a un puesto de menor categoría no resultó convincente para el magistrado José Pablo Aramendi Sánchez. En una sentencia dictada el pasado 31 de octubre en el Juzgado de lo Social número 33 de Madrid, dictaminó que se trata de un caso de discriminación sexual por causa de maternidad. La empresa deberá indemnizar a Enriqueta Gómez con 30 millones de pesetas, además de publicar la sentencia durante 30 días en el tablón de anuncios de todos los centros de trabajo de Red Eléctrica Española.

El fallo "ha sido una sorpresa" para la empresa y algo excepcional para algunos abogados laboralistas. "Nunca hasta ahora había sido tan alta la cuantía por un caso de discriminación. Es la primera vez que un juez atiende al quebranto de la salud producido por el trato discriminatorio, poniéndole un precio al dolor sufrido", dice el abogado defensor, José Garrido.

La estrecha vinculación de Gómez con su empresa se remonta diez años atrás. Acababa de cumplir 25 años y estaba recien licenciada en Derecho con un expediente de sobresaliente. Su brillante curriculum le sirvió para conseguir una de las pocas becas de la Fundación Empresa Pública. Y así fue como llegó a Red Eléctrica.

En sus primeros cinco años en el departamento de asesoría jurídica fue asumiendo cada vez más responsabilidades y llegó a tener un estatus de élite. Su carrera profesional continuó creciendo pero se estancó tras su primer embarazo, en 1995. Con el segundo, un año más tarde, su situación empeoró. Empezaron a quedar limitadas sus responsabilidades, a la vez que se asignaban sus funciones a un colega recién incorporado al departamento. Por último, el pasado enero, Enriqueta dio a luz a su tercer hijo, una niña, y al reincorporarse fue traslada a un puesto de una categoría seis veces inferior a la suya aunque se le mantenía el sueldo. En definitiva, cada parto acarreaba una peor situación en la empresa. De nada sirvieron sus quejas en los informes anuales para mostrar su descontento porque cada vez le atribuían menos tareas. Enriqueta pasó de participar en las reuniones con el presidente tras la junta de accionistas a carecer de despacho y transcribir textos en la sección de Calidad.

No aguantó más y puso una denuncia en la Inspección de Trabajo. Así surgió la paradoja: pasó de representar a su empresa ante los tribunales por conflictos jurídicos, a enfrentarse a ella llevando a juicio a sus máximos responsables.

Tuvo que soportar el aislamiento de sus compañeros, pero al final ganó. Los testimonios contradictorios de sus jefes hicieron concluir al juez que "fueron las bajas consecuencia de sus embarazos la razón por la que fue relegada en su promoción".

Según Teresa Freixes, presidenta del Instituto Europeo de Derecho, "es un dato objetivo que las maternidades siempre ralentizan la promoción profesional de la mujer". En el mismo sentido, la presidenta de Themis (asociación de mujeres juristas), María Durán, advierte de que "sigue siendo común que, después de tener hijos, a las mujeres se les ofrezcan resoluciones de contrato".

Ruta médica

Pese a la sentencia favorable, a Enriqueta todavía le tiembla la voz y las manos y vive atiborrada de tranquilizantes. Durante el proceso estuvo hospitalizada varias veces, perdió el apetito y sentía fuertes dolores de espalda. "No conseguía explicarme qué me pasaba", dice. Y comenzó así una ruta médica: Del traumatólogo al ginecólogo, del ginecólogo al internista, de éste al oncólogo y, finalmente, una prueba de sida. Nada, no tenía nada. En la última visita el médico le recomendó ir a un psicólogo quien le diagnosticó: "somatización del sufrimiento".Con la sentencia en la mano, Enriqueta dice: "no hay ni vencedores ni vencidos, pero se trata de una sentencia ejemplar y yo tenía la responsabilidad social de que no se truncara mi carrera profesional por ser mujer y madre".

Ahora debe ejecutarse la sentencia. Un portavoz de la empresa ya ha advertido de que piensan recurrirla. Enriqueta, aún de baja laboral, prevé un duro regreso porque prontó deberá trabajar codo con codo con aquellos cuyos nombres figurarán en el tablón de anuncios de su empresa, en el texto de una sentencia condenatoria por discriminación sexual.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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