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Entrevista:DAVID HELD - CATEDRÁTICO DE POLÍTICA EN LA LONDON SCHOOL OF ECONOMICS

"Los flujos de inmigración ilegal serán incontrolables"

Horas antes de la conferencia que pronunció en el Círculo de Debates, David Held, de 49 años, concedió una entrevista a EL PAÍS. Pregunta. Después de escribir Global tranformations, cree que la globalización es clave para entender el mundo del siglo XXI.

Respuesta. Hablar de globalización se ha convertido en un lugar común, en un comodín, una moda, y corre el riesgo de convertirse en un cliché. Su sobreutilización le resta significado, que yo creo que es la creciente velocidad, en extensión e intensidad, con la que se producen los cambios en la sociedad actual, traspasando las fronteras de los países.

P. En su libro subraya que la globalización tiene un claro impacto en la política, la seguridad, la economía, la cultura, las migraciones y la ecología. Quería preguntarle por ese impacto en algunas cuestiones de actualidad. La primera, política: las elecciones en EE UU.

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R. Son parte del sistema político estadounidense; la globalización no puede explicarlas. Pero vivimos en un mundo crecientemente interconectado, en el que estas elecciones afectan, y mucho, a todo el mundo, aunque no pueda votar. Las elecciones del próximo martes tienen así una dimensión global. Elegir entre Bush o Gore tendrá muy importantes consecuencias en el resto del mundo, su política internacional será distinta, aunque no habrá tantas diferencias en su política económica... Es previsible que, con Bush, EE UU tienda a preocuparse más por las cuestiones internas, y que los ricos se hagan más ricos, y los pobres, más pobres. Con Gore es de esperar más de lo mismo, una política de continuidad con Clinton. Estas elecciones son, así, un asunto interno de EE UU con una dimensión global.

P. La segunda, económica: la caída del euro.

R. El euro es un claro producto de la globalización. Los países europeos vieron que sus monedas nacionales no eran lo suficientemente fuertes. La Unión Monetaria Europea intenta superar esa debilidad con una divisa común: el euro, que aún no parece lo suficientemente fuerte como para competir con el dólar o el yen.

P. Sobre seguridad, el conflicto de Oriente Próximo.

R. Es una crisis tremendamente local; en esencia, es la misma crisis que estalló desde la creación del Estado de Israel hace 50 años: una disputa territorial, de soberanía, por una zona de Jerusalén no mayor que este hotel. Pero la situación política de Oriente Próximo ha adquirido así una más compleja dimensión global. En primer lugar, por la intervención de muchos países, no sólo de EE UU, para que no fracase el proceso de paz. La política de Oriente Próximo pasa a ser, así, un fenómeno global. En segundo lugar, porque los países del entorno están mucho más implicados en el sistema global que hace 50 años. Israel, Egipto, los países árabes... forman parte de la economía global. Y todo ello crea una presión en favor de la paz. Aunque no hay garantía de que esa paz se logre, sí lo hay para que el conflicto se contenga, esté controlado. La globalización, aquí, no explica el origen del conflicto, pero presiona a favor de la paz.

P. Y en migraciones, los crecientes flujos de gente que arriesga su vida, y a veces la pierde, por ir de África a España, o de China a Reino Unido.

R. La globalización crea una sociedad desigual, jerárquica e injusta. Si se deja a los mercados globales actuar sin cortapisas, el resultado será que los países pobres serán más pobres, y los ricos, más ricos, y dentro de cada país también se acentuarán las diferencias. En los mercados globales hay tres actores: el capital, el trabajo y los Estados; el único que tiene total libertad de movimientos es el capital, puede ir a donde quiera, a donde haya más oportunidades. No podemos asombrarnos de que la gente también quiera moverse en busca de oportunidades. En los próximos años habrá más emigración legal hacia los países que rocen el pleno empleo y haya trabajos que nadie quiere hacer, pero también habrá más inmigración ilegal, y controlar las fronteras será una tarea inabarcable para la policía de los países ricos. La emigración no es sólo un fenómeno que haya surgido con la globalización, es tan antiguo como el hombre, pero la economía global le da un fortísimo impulso: habrá grandes flujos de población hacia los países ricos, flujos incontrolables que limarán las crecientes diferencias que genera la globalización.

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