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Una fuga del buque hundido en la costa francesa provoca tres manchas tóxicas

El Gobierno francés pide que se evite navegar con productos peligrosos por la zona

Los temores de que el carguero Ievoli Sun, que naufragó el martes a 35 kilómetros de las costas francesas, dejara escapar las 6.000 toneladas de productos químicos que transportaba en sus tanques empezaron a cumplirse ayer. La fuga provocó tres manchas de estireno, uno de esos productos tóxicos. El presidente francés, Jacques Chirac, aseguró desde el centro de operaciones de emergencia en Cherburgo que "se han evitado los peligros graves". Pero su Gobierno pidió al resto de la UE que paralice la navegación de navíos con productos peligrosos por el Canal de la Mancha hasta el domingo.

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Daño de imagen

La mayor de las tres manchas de estireno tenía anoche unos nueve kilómetros de largo y 300 metros de ancho. Ya por la mañana, una primera fuga provocó un "fuerte olor" en la zona del naufragio, junto a la isla de Alderney, y llevó la alarma a todo el litoral de la península de Cotentin. Se ignora qué cantidad ha salido de las 4.000 toneladas de estireno que transportaba el barco. Pese a su mensaje tranquilizador, Chirac reconoció que la vigilancia es "esencial" porque en ese terreno "nunca se es demasiado prudente". El Gobierno liderado por el socialista Lionel Jospin pidió a la Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria de los Alimentos que estudie el riesgo que puede suponer el vertido para la pesca.La mayoría de los 14 tripulantes del carguero italiano emprendieron ayer el regreso a sus lugares de origen. Entre ellos se encuentran los españoles Manuel Lago, mecánico electricista del buque hundido, y Manuel Hermo, encargado del bombeo. Las investigaciones en curso no les afectan.

Sería exagerado hablar de pánico en las aglomeraciones urbanas que se suceden en torno al puerto de Cherburgo, el punto más cercano a la bomba química que aguarda a 35 kilómetros del cabo de La Hague. Pero está bien clara la enorme inquietud, el ambiente de psicosis que ha creado esta nueva catástrofe. "Toda la pesca está comprometida", afirma Daniel Lefévre, presidente del Comité Regional de Pescadores, quien hace recuento de barbaridades: "Un barco nada fiable, peligroso, cargado de productos tóxicos, navegando en una época propicia a tempestades y accidentes; ¡esto es intolerable!".

Tanto el representante pesquero como André Rouxel, que dirige la Oficina de Turismo, consideran gravísimo el "daño de imagen" sufrido a pocas semanas de las fiestas navideñas, el mayor periodo de venta de productos del mar, además del riesgo de que llegue a prohibirse la pesca en la zona.Los ecologistas se encuentran en pie de guerra en Normandía y Bretaña, denunciando la impotencia del Gobierno francés y de la UE. En este clima, las autoridades están haciendo un despliegue de prudencia para evitar enfrentamientos: prueba de ello es que el contralmirante Laurent Merer, máxima autoridad marítima de la zona, estudiaba "seriamente" anoche una propuesta de Greenpeace para colaborar con la Armada en el lugar del naufragio.

Por esta zona pasa cada día alrededor de medio millar de barcos. Se ha establecido un perímetro de seguridad y se ha prohibido formalmente que ningún navío se acerque a seis kilómetros del punto del naufragio. Sin embargo, el Gobierno francés va más lejos y ha pedido a los otros 14 países de la UE que garanticen un Canal de la Mancha libre de transportes peligrosos al menos hasta el domingo próximo, con el argumento de que se prevén malas condiciones meteorológicas. Una solicitud que va en contra de las normas por las que funciona el transporte marítimo, que atribuye a los armadores y en su caso a los capitanes de los barcos la decisión de hacerse a la mar o no.

En la zona del naufragio, un cazaminas francés vigila el casco hundido con un sonar, que sólo permite obtener una imagen ecográfica, insuficiente para decidir cómo se debe intentar la recuperación de la carga tóxica, aunque suficiente para saber que el barco permanece acostado sobre babor y que su casco no tiene fracturas grandes.

Toxicidad moderada

De las 6.000 toneladas de hidrocarburos que transportaba el buque, 4.000 son de estireno, un sencillo derivado del benceno muy utilizado por la industria para fabricar plásticos y resinas de poliestireno. Aunque puede dar un sabor muy desagradable al pescado, el estireno no representa un grave peligro para el medio ambiente, ya que flota en el agua, se evapora con facilidad y es biodegradable.

Los trabajadores de la industria química sí deben protegerse contra su inhalación prolongada, puesto que puede provocar vértigos, jaquecas, irritación y depresión, particularmente cuando se maneja en espacios cerrados. En bajas concentraciones es inocuo. De hecho, es un componente natural de muchas frutas de consumo habitual, y también del café y del tabaco.

Los otros dos contaminantes, el propanol y la metil-etil-cetona, dos hidrocarburos utilizados como solventes e intermediarios de varios procesos químicos, son solubles en agua y presentan una toxicidad muy baja.

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